viernes, 21 de septiembre de 2012

CRISTO PASTOREA SUAVEMENTE

SUAVEMENTE


Como pastor apacentará su rebaño

En su brazo llevará los coderos,

Y en su seno los llevará;

Pastoreará suavemente a las recién paridas. – Is. 40:11







El profeta Isaías lo aclara muy bien. Dios es un Pastor muy cariñoso. Si Dios es muy cariñoso, entonces su Hijo es igual.



En mis viajes, he conocido a muchos cristianos lastimados. Algunos han sido atacados por el enemigo. Otros han sido lastimados por este mundo cruel. Otros han sentido la hipocresía y el dolor de hermanos y hermanas dentro de la misma iglesia. Penosamente, muchos han sido lastimados y heridos por su propio Pastor.



Un joven líder de una célula en Lima se me acercó con lágrimas en los ojos. Me dijo, “Mi Pastor es indiferente y duro. Es impaciente. Nunca me anima. Tiene la doctrina correcta, pero no me siento amado por él.”



Ese no es el espíritu de Jesús. La doctrina correcta dada en el espíritu incorrecto, siempre produce descontento, mal alimento y un rebaño que no se reproduce.



El espíritu de Jesús siempre es PERDONADOR. El dijo a sus discípulos que hay que perdonar hasta setenta veces siete. Si él dijo a sus discípulos que perdonen con esa frecuencia, cuanto más lo hará con nosotros (Mt. 18:22). Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia (Ro. 5:20). El Salmista dice que las misericordias de Dios son para siempre (Sal. 100:5).



El espíritu de Jesús es PACIENTE. Nunca empuja a las ovejas. Guía con ejemplo, motivando con el amor. Una vez vi a un pastorcillo azotando a su rebaño. ¡Las ovejas no querían caminar! Jesús nunca azota a sus seguidores para que lo obedezcan. Cariñosamente les anima para que cambien para el bien pero siempre lo hace con la fuerza de un amor incondicional.



El espíritu de Jesús es COMPASIVO. La compasión quiere decir “sentir con, identificarse con el dolor de otro.” Si estás herido hoy, puedes estar seguro que tu Pastor también siente tu dolor. Jesús es tocado, tentado en todo donde tu y yo somos probados (He. 4:15). No estás solo. El conoce y lleva tu dolor. Se identifica completamente contigo.



Yo le dije al joven líder en Lima, “Nunca encontrarás a un Pastor perfecto, solo Jesús. Es el único que te va a escuchar siempre. Es el único que entenderá tu clamor por ayuda.”



El Rey David sufrió una desilusión muy grande. El pueblo querían apedrearlo. Mas David se fortaleció en Jehová su Dios (1 S. 30:6). David no tenía a nadie más que a Dios, pero David descubrió que Dios era todo lo que necesitaba.



Si tú eres un Pastor, deja que el Espíritu de Dios selle esta palabra en tu corazón, SUAVEMENTE. Nunca he conocido un Pastor de éxito en ningún lugar que no posea esta característica tan importante. Deja que el Espíritu de Jesús penetre tu espíritu. Nunca será lo mismo.





Y vendrán las ovejas de todo lugar porque están buscando y ansiando por un líder cariñoso. Es uno que guía con ejemplo y con amor. Es uno que siente el dolor y siempre está listo para perdonar. Seamos pastores dignos de la vocación con que fuimos llamados. Pastoreemos al estilo de Jesús.



-- Dr. Juan Jauchen 985 – Cristo Como Pastor (revisa toda la cadena)

JESUCRISTO ES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA

CINCO VECES RESUCITADA


por el Hermano Pablo







Es un impresionante informe médico. A la una de la tarde: paro cardíaco. Los médicos aplican electrochoques. A las dos de la tarde: nuevo síncope. Reviven a la persona mediante tremendos golpes eléctricos. Quince minutos después, el monitor no da ninguna señal. Los médicos trabajan frenéticamente y vuelven a salvar a la persona.

Tras un respiro de cinco horas: nuevo síncope, nuevo paro y nuevo milagroso retorno a la vida. Y a las ocho de la noche, cuarenta y cinco minutos después: otro paro, otros electrochoques y otra resucitación.

Al día siguiente, a las seis de la mañana, Geraldine Fletcher, de cincuenta y dos años de edad, toma tranquilamente su desayuno. Llega a ser la primera persona que muere cinco veces en un solo día, y es resucitada las cinco veces científicamente.

Para todo hay récords en este mundo. Geraldine Fletcher, mujer morena, fuerte y animosa, batió el récord de muertes y resucitaciones. Cinco veces, en el lapso de pocas horas, su corazón dejó de latir, y las cinco veces, tras frenéticos esfuerzos médicos, volvió a latir. Pero, ¿en realidad murió Geraldine? Los científicos dicen que no, que fue una «cuasimuerte» de la que se recuperó a tiempo, pues nadie regresa de una muerte verdadera.

Hay dos logros que jamás se han podido alcanzar: uno es detener el envejecimiento; el otro es deshacerse del día de la muerte. Aunque se han logrado fantásticos logros científicos en la curación de enfermedades y en la resucitación de ciertas personas, no hemos podido deshacernos ni del envejecimiento ni de la muerte.

«No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo —dice el Libro Sagrado—, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte» (Eclesiastés 8:8).

Por más buena salud que tengamos, por más benéfico que sea nuestro ejercicio físico, por más acertada y eficaz que sea nuestra dieta, a la larga todos nos inclinaremos hacia el sepulcro y caeremos como roble gastado.

Para ese día inevitable, y para la paz del alma mientras llega ese día, necesitamos un Salvador que nos dé salvación y vida eterna, un Salvador que sea nuestro amigo durante el resto de los años que nos queden por vivir. Ese Salvador y amigo es Jesucristo. Él desea ser nuestro Señor eterno el día en que abandonemos este cuerpo.

Entreguémosle nuestra vida a Cristo hoy mismo. Él será nuestro amigo fiel, hoy y para siempre.



www.conciencia.net

martes, 18 de septiembre de 2012

SOLUCIÓN AL PROBLEMA

LA SENCILLEZ DE LA SALVACIÓN
Por el pastor Adrián Rogers

Jesús enseñó: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). ¿Quiere saber cómo ser salvo? ¿O quiere saber cómo decirles a otros cómo ser salvos? Entonces veamos Romanos 10:1-10:
“Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”
La justicia que Dios rechaza

Cuando una persona trata de ser justa cumpliendo los Diez Mandamientos o haciendo buenas obra, Dios rechaza eso. ¿Por qué Dios lo rechaza? Porque Dios es Santo, y el hombre, en el mejor de los casos es pecador. Por eso, lo mejor que podemos hacer no es suficiente.
No tenemos lo que se requiere para guardar los Diez Mandamientos con nuestra propia fuerza. Si usted cuelga sobre un fuego de una cadena de diez eslabones, y nueve eslabones son de acero y uno es de papel, ¿cuán seguro estaría?
Esa es la razón por la que la Biblia dice que si guardamos toda la ley pero fallamos en un punto, somos culpables de todos (Stg. 2:10). Dios demanda perfección y nosotros simplemente no podemos suplirla. La salvación no es una recompensa para los justos, sino un regalo para los culpables. La salvación no es una meta por alcanzar; es un regalo por recibir.


La justicia que Dios revela

Romanos 1:17 dice: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” La única justicia que es aceptable a Dios es un regalo de fe a través de su Hijo Jesucristo.
Usted cree en quién Él testifica ser: el Dios encarnado que murió y resucitó para que usted sea reconciliado con Dios. Entonces, usted se arrepiente de sus pecados, y confiesa a Cristo como Señor de su vida.
Si Jesús no es el Señor de su vida, entonces no es su Salvador. La Salvación no es una cafetería en donde usted dice: “Bueno, creo que tendré un poquito del Salvador hoy, pero nada de su Señorío. Gracias” ¡No! Jesús es Señor.

La justicia que Dios requiere

La única justicia que Dios aceptará es perfección sin pecado. Y eso fue logrado sólo por el Señor Jesucristo.

Romanos 3:22 dice: “La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él.” Romanos 10:10 revela: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”
¿Sabe usted lo que significa el creer y el confesar que Jesús es Señor? Literalmente significa que usted está de acuerdo con Dios. En este contexto, también significa que usted compartirá con otros que realizó esta confesión, y eso significa que usted no se avergüenza de Él.
Hay sólo dos maneras de ser salvo: vivir una vida sin pecado (lo cual nadie lo ha logrado, excepto Jesús), o pedirle a Jesús que Él pague por sus pecados (lo cual Él ya hizo en la cruz), y aceptar su justicia a su favor. Segunda Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.”
Dr. Adrián Rogers
0202 The Simplicity of Salvation
Versión al español publicada Agosto 2012
http://www.elamorquevale.org/

ESTE ES UN TIPO DE IDOLATRÍA


UN CURIOSO FUNERAL

por el Hermano Pablo



Desde que la tuvo en sus brazos por primera vez, la amó con toda la fuerza de su corazón.  Le hizo las más delicadas ropitas. Le hizo también, con sus propias manos, una  cunita preciosa, y le dio un nombre. La llamó Missy, un nombre inventado por  ella misma.
Así la tuvo con ella durante cincuenta años. Cuando Missy llegó al fin de su  existencia, casi destrozada por un perro, Lola Schaeffer, que la había amado  tanto, le hizo un funeral que costó mil cuatrocientos dólares. Pero Missy no  era una persona. No era ni siquiera un perro o un gato. Era una muñeca que Lola  había recibido de regalo en la Navidad de 1941.
Casos como éste nos llevan a varias reflexiones. La primera es que todo amor desinteresado  tiene algo de bueno y de noble. El amor de Lola Schaeffer por su muñeca fue uno  de éstos. Como el amor es la esencia de la vida, todo amor puro es bueno.
La segunda reflexión es que parece un derroche inútil de dinero hacer un funeral tan caro  sólo para una muñeca. Podrá decirse que el dinero era de Lola y que, por lo  tanto, ella podía hacer lo que quisiera con él. No obstante, parece  exagerado gastar mil cuatrocientos dólares sólo para enterrar una muñeca vieja.
Pero hay también una tercera reflexión. Muchas  veces adoramos ídolos sin saberlo. Esta mujer hizo de su muñeca un ídolo, y la  puso en el altar de su corazón. Vivió para ella y pendiente de ella toda su  vida. Su muñeca valía para ella más que Dios, y era, por lo tanto, su dios.
Uno de los mandamientos del decálogo de Moisés dice: «No te hagas ningún ídolo, ni  nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay  abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te  inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios  celoso» (Éxodo 20:4‑5).
Hacer de cualquier objeto material, tenga la forma que tenga, la pasión de la vida,  es desvirtuar el gran mandamiento de Dios. La Biblia enseña que sólo Dios,  creador del cielo y de la tierra, merece toda lealtad, alabanza y adoración.  Cualquier objeto, ya sea de piedra, de metal o de carne y sangre, si nos arranca  más interés y tiempo e inversión de lo que le damos a Dios, es un ídolo.  Coronemos solamente a Jesucristo como el Dios de nuestro corazón. Sólo Él puede  corresponder con amor, compasión y paz.
Salmo 115:
Dios y los ídolos 1 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad. 2 ¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios? 3 Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho. 4 Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres. 5 Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; 6 Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen; 7 Manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta. 8 Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos. 9 Oh Israel, confía en Jehová; El es tu ayuda y tu escudo. 10 Casa de Aarón, confiad en Jehová; El es vuestra ayuda y vuestro escudo. 11 Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová; El es vuestra ayuda y vuestro escudo. 12 Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá; Bendecirá a la casa de Israel; Bendecirá a la casa de Aarón. 13 Bendecirá a los que temen a Jehová, A pequeños y a grandes. 14 Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; Sobre vosotros y sobre vuestros hijos. 15 Benditos vosotros de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. 16 Los cielos son los cielos de Jehová; Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres. 17 No alabarán los muertos a JAH, Ni cuantos descienden al silencio; 18 Pero nosotros bendeciremos a JAH Desde ahora y para siempre. Aleluya.      
Isaias 44:
Jehová es el único Dios 1 Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí. 2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí. 3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; 4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. 5 Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel. 6 Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios. 7 ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. 8 No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.


La insensatez de la idolatría

9 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. 10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? 11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una. 12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. 13 El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. 14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. 15 De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. 16 Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; 17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú. 18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. 19 No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? 20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha? Jehová es el Redentor de Israel 21 Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides. 22 Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. 23 Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado. 24 Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; 25 que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría. 26 Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré; 27 que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; 28 que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado.

domingo, 9 de septiembre de 2012

UNA HISTORIA QUE NOS RECUERDA EL PRIMER PECADO DEL HOMBRE

LA MALDITA MANZANA DELICIOSA
por el Hermano Pablo

Era una simple manzana, una manzana roja, dulce, de piel aterciopelada, como todas las deliciosas manzanas que se producen en la provincia de Río Negro. Así que la pequeña Yesica Isabel Vilte, de Salta, Argentina, se la comió. Sus pequeños y filosos dientes se hincaron en la sabrosa pulpa... pero sólo para morir envenenada. Alguien —¡vaya a saber quién!— había inyectado en la fruta un poderoso veneno.
¿Quién iba a pensar que estaba saturada de veneno? Otros niños, incluso sus dos hermanitos, comieron manzanas del mismo canasto. Esas no estaban envenenadas. Alguien envenenó, adrede, esa singular manzana.
¿Qué enfermedad mental podría tener quien actuó de ese modo? ¿Qué resentimiento u odio le tendrá a la vida? ¿De dónde salen ideas tan destructivas? ¿Qué le está pasando a la raza humana?
¿Habrá alguna comparación entre esta fruta envenenada y aquella otra de la cual habla la Biblia? Nuestros primeros padres comieron una fruta que la tradición dice haber sido manzana. Como quiera, era una fruta agradable a la vista. Tenía incitante color y forma. Invitaba a probarla. Además de dulzor, prometía sabiduría y, más aún, aseguraba ser como Dios, que distingue entre el bien y el mal. Pero esa simple fruta —ya fuera manzana, pera o durazno—, la que la Biblia califica de fruta «del conocimiento del bien y del mal», produjo la muerte espiritual de la primera pareja y desencadenó todos los males que hay ahora en la tierra.
Cada vez que se prueba un fruto prohibido, parece dulce. El primer robo, el primer asalto, la primera estafa, parecen dulces. El primer adulterio es sabroso, así como la primera aventura galante de una mujer parece encantadora. Pero el resultado es la muerte, siempre la muerte. El diablo sabe pintar sus frutas tentadoras con los mejores colores, y perfumarlas con los mejores aromas, pero el resultado final es la muerte, siempre la muerte. Así fue en el Edén, y así ha sido siempre en todas las épocas de la historia. Todos los vicios y todas las pasiones al principio parecen deliciosos, pero al final, arrastran a la muerte.
Sólo Jesucristo puede salvarnos de las manzanas envenenadas de la vida. ¿Por qué sufrir la agonía que es fruto del pecado, cuando podemos rendirle nuestra vida a Él?

lunes, 3 de septiembre de 2012

PASTOREARÁ SUAVEMENTE A LAS RECIÉN PARÍDAS

La Cosa Más Importante


Como pastor apacentará su rebaño;

En su brazo llevará los corderos,

Y en su seno los llevará;

Pastoreará suavemente a las recién paridas. – Is. 40:11







Hno. Juan con Maria¿Qué es lo más importante que un pastor debe hacer? El profeta Isaías nos presenta con la respuesta en un cuadro hermoso en la figura de nuestro Pastor. Enfocaremos su corazón hoy basado en la frase, “Y en su seno los llevará.”



El corazón de Dios está muy abierto y esperando para todo aquel que viene a El. Tu Pastor celestial quiere llevarte en su seno, cerca de su corazón. Es allí donde encontrarás un ministerio efectivo.



Su corazón es tierno, revelador, y lleno de amor, sabiduría, consuelo y fortaleza. Te enseña a como amar a otros y como perdonarlos. Es la fuente de paciencia, lleno de esperanza y poder. Nunca encontrarás éxito en el ministerio si no descubres el valor de dejar que el Señor te lleve cerca de su corazón.



David era un hombre conforme al corazón de Dios (Hch 13:22). Aunque su vida fue plagada por pecado, David clamó a Dios “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10). En otra ocasión él escribió, Deléitate asimismo en Jehová, él te concederá las peticiones de tu corazón (Sal 37:4). David encontró su refugio, su perdón, su pasión y pureza al buscar el corazón de Dios.



Y Jesús. ¿Alguna vez te has preguntado por qué el Señor se apartaba de las multitudes para buscar los lugares silenciosos en las montañas? Era que añoraba por la presencia de su Padre (Mr 1:35). Jesús moraba en el seno de su Padre (Jn 1:18). El fue enseñado por su Padre (Jn 8:28). Nunca hizo nada por su propia cuenta. …El Padre que mora en mí, él hace las obras (Jn 14:10). El poder de Jesús para predicar, el hacer milagros y aguantar la cruz provino del corazón de su Padre.



Juan, el Amado, fue uno de los pastores más importantes de todas las edades. En su vejez, él exhortó a la iglesia hacia el amor y la pureza ( I Jn 4:7; 5:21). El profetizó de las cosas que vendrían (Ap. 1:19). ¿Cuál fue el secreto del aguante en su ministerio? La última cena, nos da la respuesta. Juan estaba recostado sobre el pecho de Jesús (Jn 13:35). A él le gustaba oír el palpitar del corazón de Jesús y cultivó un oído atento al mismo por el resto de su vida. Tal como Jesús entendía su necesidad profunda de su Padre, así Juan el amado, entendía su gran necesidad por los recursos que solo se encuentran en Jesús.



Cuando uno comienza a profundizarse en el corazón de Jesús, uno descubre sus motivos y propósitos de El. Uno aprende lo que le trae contentamiento y tristeza. Uno llora por las cosas que le hacen llorar a El. También te encontrarás con la misma paz, amor y poder que lo fortaleció a él. “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Jn. 14:12).



Mi hijo mayor se llama Andrés. El nació con el síndrome de Downs. Aunque tiene cuarenta años, el todavía piensa y habla a nivel de niño. María y yo lo amamos con todo nuestro corazón. Cuando tenía cinco años, un día estuvimos de paseo en el bosque. Andrés se había adelantando cuando de pronto nos dimos cuenta que lo habíamos perdido. No podíamos hallarlo. Lo buscamos mucho hasta el anochecer. Lo llamábamos con desesperación por su nombre, “Andrés, Andrés.” Al fin oí un clamor a la distancia “papito, papito.” De pronto lo encontré bajo un arbusto encogido, lleno de temor. Lo levanté en mis brazos y coloqué su cabecita cerca de mi corazón. Llorando se agarró de mi. No quería soltarme. Ahora, seguro otra vez, Andrés podía descansar, y sentir al ritmo de ese corazón lleno de amor que había conocido desde su nacimiento.



¿Es eso por lo que tú añoras hoy? ¿Será eso lo que tú deseas sobre todas las cosas? La Escrituras revelan el corazón de Jesús. Medita sobre ello cada día. Pero no te olvides de pasar esos momentos en silencio y quietos cada día. Están llenos con una cariñosa afirmación de tu Pastor. Vacía tu mente de las ansiedades cuando estás solo. Escucha. Dile al Señor todas tus preocupaciones. Y sigue escuchando. Cuando te despiertes, dile que quieres oír su voz. Lo oirás hablar a través del día “corazón a corazón.” No te desilusionarás. Te sentirás refrescado, lleno de poder, gozo y esperanza. Si quieres tocar el corazón de personas, primero tienes que tocar el corazón de Dios. Eso es clave a una vida rica y un ministerio efectivo.





Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;

Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. – Sal. 46:10



-- Dr. Juan Jauchen 985 – Cristo Como Pastor (revisa toda la cadena)