sábado, 30 de julio de 2011

UNA PAUSA EN EL DIA PARA DIOS

UNA PAUSA EN EL DIA
El rey David proclamó: "Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria" (Sal. 24:10). La palabra Selah se añadió posteriormente al final de éste y de muchos otros salmos. Algunos creen que hace referencia a un interludio musical porque a menudo se les ponía música a los salmos. Los eruditos bíblicos también sugieren otros posibles significados, entre los que se incluye "silencio", "pausa", "interrupción", "acentuación", "exaltación" o "fin".
La reflexión en estas palabras nos puede ayudar a decidir tomar un "momento de Selah" para hacer una pausa y adorar a Dios durante el día. Algunas sugerencias para su pausa:
- Estemos en silencio y escuchemos la voz de Dios (Sal. 46:10).
- Hagamos una pausa en nuestro agitado horario para darle refrigerio a nuestro espíritu (Sal. 42:1-2).
- Interrumpamos el día para hacer un inventario espiritual y pedir limpieza del alma (Sal. 51:1-10).
- Acentuemos el gozo de la provisión de Dios por medio de la acción de gracias (Sal. 65:9-13).
- Exaltemos el nombre de Dios por la oración contestada y sigamos confiando en peticiones no contestadas (Sal. 40:1-3).
- Pongámosle fín al día reflexionando en la fidelidad del Señor, leyendo algún buen libro cristiano, haciendo una oración a solas o con la familia (Sal. 119:148).

Los días de David incluían un momento de Selah. Seguir su ejemplo nos ayudará a adorar a nuestro Dios a lo largo de todo el día.
No descuide su relación con Dios, piense siempre que el mejor tiempo invertido, es con nuestro gran Amigo Jesucristo.

Reflexión: Para el hijo de Dios no hay un día completo sin un momento de adoración, acción de gracias y oración, ¿Hizo ya su pausa?

jueves, 28 de julio de 2011

DIOS ES NUESTRO PADRE

Abba
~ "Papá"

¿Alguna vez ha pensado en Dios como en un "papá"? Gálatas 4:6 dice: "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!" "Abba" es una palabra aramea que significa "Papá, papito". Es una expresión de cálido afecto, intimidad y respeto por el padre de uno. Ahora, para algunos eso podría parecer una forma irreverente de dirigirse a Dios, pero Jesús llamó a Dios "nuestro Padre", en Mateo 6:9, y nos dio a nosotros el mismo derecho. En América los hijos llaman a su padre "papá", pero en el Medio Oriente dicen "Abba". Jesús dice que podemos llamar al gran Dios del universo "Abba Padre". ¡Papá!

martes, 26 de julio de 2011

CORAZÓN DE NIÑO NEGRO EN NIÑO BLANCO

CORAZÓN DE NIÑO NEGRO EN NIÑO BLANCO


John Nathan Ford, niño negro del barrio de Harlem, Nueva York, salió a jugar al balcón. Con sólo cuatro años de edad, este niño que tenía el mismo apellido de una de las familias más ricas de los Estados Unidos y de un ex presidente, no se daba cuenta de las diferencias de color, de la ínfima escala social de su familia ni de su tremenda pobreza. Quizá por un mareo o debilidad o descuido, John Nathan se cayó del balcón, desde un sexto piso.
La madre, Dorothy Ford, hizo donación del pequeño corazón de su hijo para que fuera implantado en el pecho de James Preston Lovette, niño blanco y rico, también de cuatro años de edad.
El niño negro, muerto en medio de la miseria, seguiría viviendo, aunque no fuera más que su solo corazón, dentro de un niño blanco, rico y afortunado.
¡Cuántas reflexiones podemos sacar de esta patética noticia! La primera es que no importa de qué color es la piel del individuo —ya sea negra, blanca, amarilla, cobriza o aceitunada—, los corazones siempre son rojos.
La verdad es que debajo de un par de milímetros de piel, todos los seres humanos nos parecemos. Todos tenemos la misma composición molecular y química. Todos tenemos la misma temperatura vital. Todos tenemos los mismos rasgos psicológicos. Todos tenemos las mismas necesidades físicas y las mismas reacciones morales y sentimentales.
La segunda reflexión es: ¿Qué pensará el niño blanco cuando más adelante sepa que lleva en su pecho el corazón de un negro? ¿Se sentirá humillado, menoscabado, acomplejado, deprimido? ¿O será que ese corazón negro que le ayuda a vivir le dará una visión de amor y comprensión universal?
Sea cual sea su reacción cuando conozca el caso, el hecho innegable es que un niño negro tuvo que morir para que él pudiera seguir viviendo. Y sea racista o no sea racista, el hecho permanecerá inalterable: un corazón de negro seguirá bombeando sangre de blanco.
Jesucristo, con piel de judío, murió en una cruz. Su costado fue traspasado por nosotros, y la sangre que bombeaba su corazón, sangre judía, fue derramada íntegramente para redimir a toda la humanidad, de cualquier color, cualquier raza, cualquier nacionalidad y cualquier religión.

lunes, 25 de julio de 2011

«CUANDO MENOS SE PIENSA BIENE EL BIEN»

«CUANDO MENOS SE PIENSA»



Sucedió en el suroeste de Colombia durante la campaña de Independencia que fue el último fulgor de la llamada «Patria Boba». El sargento Perdomo había abandonado las filas patriotas para pasarse a las realistas, pero quiso la suerte que al poco tiempo cayera prisionero de sus anteriores compañeros de armas. El comandante patriota no tardó en ordenar que lo pusieran en capilla para ser fusilado. El soldado Espinosa, que tenía sólo dieciocho años, estaba sentado fuera de la puerta del calabozo haciéndole la guardia al desertor cuando se le presentó una hermosa joven con el cabello alborotado y las manos juntas en señal de súplica. Estaba llorando a mares, pero su llanto, en lugar de opacar la belleza de su rostro, le daba un singular atractivo. Era una hija del condenado, y venía a rogarle al joven soldado que le diera permiso de unas cuantas horas a su padre para ir a ver a su madre que se encontraba en un pueblo a orillas del río Patía. La desconsolada esposa estaba enferma de gravedad, y deseaba hablar por última vez con su marido para saber cuál era su voluntad en varios asuntos de importancia.
Conmovido tanto por las lágrimas como por la insistencia y la sinceridad con que hablaba la bella joven, Espinosa vaciló y finalmente aceptó la extraña proposición. Con temor y temblor abrió la puerta del calabozo, pero no sin antes exigirles a los dos que prometieran no hacerlo quedar mal ante sus superiores.
Fue un gran alivio el que sintió aquel guardia cuando el sargento regresó obediente a las pocas horas de haber salido. Y esta vez quiso la suerte que esa misma noche los realistas contraatacaran y los patriotas se retiraran, ¡de modo que Perdomo quedó libre!
Pasado un año, Espinosa fue a parar en la cárcel de Popayán. Allí le tocó el turno a él, pues los realistas lo pusieron en capilla. Pero de pronto oyó que alguien descorría los cerrojos y preguntaba por el alférez Espinosa. ¡Era nada más y nada menos que Perdomo! Si bien es cierto que no pudo conseguir que Sámano, el gobernador, pusiera en libertad a Espinosa, de todos modos se cree que su intervención contribuyó a que, a última hora, no fuera fusilado.
Con razón que en sus memorias don José María Espinosa, el abanderado de Antonio Nariño y conocido retratista de Bolívar, el Libertador, concluyera: «Tengo por experiencia que el bien que se hace con buena voluntad, tarde o temprano es recompensado por un camino o por otro, y cuando menos se piensa.»1
Con estas palabras Espinosa dio fe de un principio bíblico que nos dejó San Pablo, y que con frecuencia se ha repetido en los miles de Mensajes a la Conciencia que se han escrito y transmitido hasta la fecha: «Cada uno cosecha lo que siembra.»2 Lo que no se ha citado tanto, que aquí nos viene como anillo al dedo, son las palabras con las que el apóstol Pablo concluye ese pasaje: «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos...»3


1Eduardo Lemaitre, Historias detrás de la historia de Colombia (Santa Fe de Bogotá: Planeta Colombiana Editorial, 1994), pp. 87‑88.
2Gá 6:7
3Gá 6:9,10

viernes, 22 de julio de 2011

LOS ATRIBUTOS DE DIOS

SALMO 139:

Omnipresencia Omnisciencia Y la Omnipotencia de Dios. Al músico principal. Salmo de David.

1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. 5 Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. 6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. 7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. 9 Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz. 13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. 15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. 16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. 17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! 18 Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo. 19 De cierto, oh Dios, harás morir al impío; Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios. 20 Porque blasfemias dicen ellos contra ti; Tus enemigos toman en vano tu nombre. 21 ¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen, Y me enardezco contra tus enemigos? 22 Los aborrezco por completo; Los tengo por enemigos. 23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.

Isaías 5:20: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”

TESORO BÍBLICO:
La gente puede llegar a pervertirse tanto en sus pensamientos que no disciernen la diferencia entre lo bueno y lo malo. Una mañana en la radio hablaban acerca de lo que los científicos quieren hacer con los tejidos de los bebés abortados. Decían que algunas mujeres están pensando en quedar embarazadas, abortar los bebés y luego vender los tejidos para investigación. La comunidad científica está promoviendo esta propaganda por el bien que, según ellos, esta investigación tendrá para toda la humanidad. ¿Pero qué de toda la humanidad que empieza en el vientre? Las personas hoy juegan con tantos trucos en su mente que literalmente aprueban el mal con una conciencia tranquila.

PUNTO DE ACCIÓN:
¿Cuál es su posición al respecto? ¿Qué es lo correcto y qué es lo malo? Tome un tiempo este día y lea el Salmo 139 y pídale a Dios que le muestre su verdad

CUANDO SE TRATA DE RECLAMAR

CUANDO SE TRATA DE RECLAMAR,CADA UNO TIENE SU PRECIO.

Sucedió en el Kennedy Center, de la ciudad de Washington, el 18 de diciembre de 1982. La orquesta, una de las mejores de la ciudad, estaba tocando «El lago de los cisnes» de Tchaikovsky. Su primera bailarina, Natalia Makarova, era una de las artistas más cotizadas del ballet.

De pronto, una pieza metálica se desprendió del escenario y cayó justo sobre la Makarova cuando ella estaba haciendo sus giros y volutas. En medio de la consternación general entre el público asistente, tuvieron que retirar del escenario a la artista.

Para más consternación de los dueños del teatro, la Makarova exigió, como indemnización, nada menos que veinticinco millones de dólares. Alegó que el accidente le había impedido llevar a cabo «los complejos y agotadores movimientos requeridos por su arte».

En esto de reclamar indemnizaciones por daños, la gente no se queda atrás nunca, especialmente los artistas de cine, televisión o teatro. Ellos creen valer tantos millones, que si un día se les quiebra una pestaña por la culpa de otro, son capaces de pedir un millón por esa dichosa pestaña.

En parte tienen razón. El arte es su medio de vida. Fuera del escenario o de los estudios de filmación, quizá no servirían para nada. Y el arte del espectáculo mueve hoy en día millones y millones de dólares. Y como con el arte se ganan la vida, y el arte vale millones, ellos se cotizan en millones también.

Pero esto es una muestra más del enorme desnivel en los valores humanos. Un boxeador de primera categoría, un beisbolista estrella, un jugador de fútbol de fama mundial, un tenista, un golfista, hasta un caballo de carreras, pueden llegar a valer una millonada, sólo porque el público está dispuesto a pagar lo que le pidan por verlos actuar.

Mientras tanto, un obrero que arriesga la vida trabajando en un andamio a ochenta metros de altura, un labriego que se levanta a las tres de la mañana para regar su plantío de papas, una enfermera que se desvela toda la noche para aliviar la agonía de un anciano moribundo, o una maestra que se interna en la selva o en la montaña a fin de enseñar las primeras letras a niños pobres, valen poquísimo. Casi nada.

La verdad es que éstos también son seres humanos, y su trabajo es inmensamente importante. Para Cristo son almas sumamente preciosas, porque por cada una de ellas Él vertió su sangre en el Calvario.
¿ Qué precio le da usted a cada persona, y si cree que vale la pena hablarle de Jesucristo ?

jueves, 21 de julio de 2011

LA PATERNIDAD DE DIOS

Jn 14: 6-11.
6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
Efe 1: 17-23
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Luc 15: 11-32
11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Jn 14: 26


26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

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lunes, 18 de julio de 2011

CUIDADO CON TUS DESEOS

Cuidado con tus Deseos

"No codiciarás…" Éxodo 20:17

A veces me pregunto por qué Dios no enumeró los Diez Mandamientos en el orden inverso, ya que el décimo se relaciona con el primer pecado: el deseo. El pecado de Eva no fue simplemente desear una fruta, sino querer tener el conocimiento que Satanás le dijo que la haría semejante a Dios (Génesis 3:5). Su codicia la llevó a violar el primero y el décimo mandamiento que Dios posteriormente le dio a Moisés.

Si no codiciamos, eliminamos muchas de las razones por las cuales desobedecemos los otros mandamientos. Querer tener lo que no es nuestro nos induce a mentir, robar, cometer adulterio, matar y negarnos a honrar a nuestros padres. Rehusamos descansar porque, con seis días de trabajo, no podemos conseguir lo que deseamos. Usamos mal el nombre de Dios cuando lo empleamos para justificar algo que queremos hacer. Idolatramos las riquezas y las relaciones interpersonales porque no queremos colocar toda nuestra confianza en el Señor.

Me resulta difícil pensar en pecados que no incluyan alguna forma de codicia. Sin embargo, como es el último de la lista, tendemos a pensar que es el más insignificante. Pero no es así. Si detenemos el pecado cuando todavía está en nuestro corazón y en nuestra mente, evitamos convertir a los demás en víctimas de nuestro actuar pecaminoso y sorteamos muchas de sus graves consecuencias.



Reflexión: Contentamiento es comprender que Dios ya me ha dado todo lo que necesito.


EL PADRE, DIRECTOR DE LA ORQUESTA:
Sal. 128

La bienaventuranza del que teme a Jehová Cántico gradual.

1 Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. 2 Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. 3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. 4 He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová. 5 Bendígate Jehová desde Sion, Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, 6 Y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.
Debe haber armonía en el hogar. Por cierto, todo el hogar debe ser una sinfonía de alabanza. ¿Pero quién es el líder que dirige esta maravillosa música? El padre. El Salmo 128 contiene un menaje especial para los padres. Así que si usted es un padre, me gustaría que note cinco hermosas verdades que le ayudarán a poner música en su hogar.

EL CARÁCTER QUE DEMUESTRA

La mayoría de la gente piensa que la felicidad proviene del matrimonio, del dinero, del éxito o la buena salud. Sin embargo, la Biblia dice que “es el temor a Dios lo que trae felicidad”. ¿Qué significa “el temor a Dios”? A mí me gusta pensar que es, sencillamente, el amor que está de rodillas. Aquel que ama más a Dios, es quien más le teme.

Lo demuestra por la forma en que vive. No hay nada más importante para el hombre que su integridad. Déjeme preguntarle al padre que está leyendo esto: ¿Por qué quiere que le recuerden? ¿Por el trabajo que tuvo? ¿Por cómo cuidó el jardín? ¿Por el dinero que ganó? Yo quiero que mis hijos me recuerden por mi carácter. Quiero que ellos puedan decir: “Mi papá tenía temor de Dios. Mi papá caminó en los caminos de de Dios.”

EL CONTENTAMIENTO QUE APRENDE

El Salmo 128:2 dice: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.” Hay algo realmente maravilloso en el trabajo honesto. Proveer para su familia y regresar al hogar para disfrutar lo que Dios ha dado.

La Biblia dice en 1ª Timoteo 6:6: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.” ¿Sabe cuál es el problema con muchos padres? Que nunca están contentos. Nunca tienen lo suficiente. Nunca están satisfechos de simplemente venir al hogar y ser feliz con su familia. Están tan ocupados ganado para vivir, que se olvidan precisamente de eso: ¡de vivir!

LA COMPAÑÍA QUE AMA
El Salmo 128:3 explica: “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa.” La compañera del padre debe ser su fiel esposa, porque ella se aferra a él como una enredadera se aferra a la pared. Y un marido debe ser para su mujer lo que la pared es para la enredadera: su soporte y fortaleza.

El marido anima y edifica a su esposa haciendo evidente su amor y cubriéndola con su afecto. ¿Caracteriza eso a su esposa? ¿Caracteriza eso su rol o papel en el hogar como el proveedor fiel y el amoroso apoyo de su esposa?

LOS HIJOS QUE LIDERA

“Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa” (Salmo 128:3b). ¿Sabía usted que el olivo es un símbolo bíblico de ser fructífero y justo? Un árbol de olivo, si está bien sembrado y cuidado, puede dar fruto por veinte generaciones.

Quiero preguntar a los padres algo: si su esposa es como una enredadera y sus hijos como plantas de olivo, ¿cuál es su rol? ¡Usted debe cultivarlos! Sabio es el padre que entiende que es su labor y privilegio el cultivar el amor de su esposa y proveer para sus necesidades, y cultivar a sus hijos y proveer para las necesidades de ellos.

LA CONTRIBUCIÓN QUE DEJA

Note ahora el Salmo 128:4-6: “He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.”¡Oh, qué bendición es ver a nuestros hijos y nietos sirviendo al Señor!

Yo no sé de qué familia proviene usted, pero probablemente hay algunos que están leyendo esto que fueron abusados siendo niños. Tal vez otros crecieron en un hogar donde hubo alcoholismo, ira incontrolable, abandono o aun la prematura muerte de su padre, antes de que tuviera la oportunidad de llegar a conocerle.

Tal vez se esté diciendo a usted mismo: “Daría cualquier cosa porque mi padre pusiera sus brazos alrededor de mi cuello, y me dijera que me ama.” La más profunda necesidad de su corazón, es por un padre que le abrace y le diga: “Te acepto y te amo.”

Permítame decirle que hay esperanza para usted. Todo hijo de Dios tiene un Padre que le ama incondicional y eternamente. Usted puede sentarse en su regazo cuando quiera y donde quiera, y ser abrazado. Tome esta verdad de la Palabra de Dios y no sólo piense en ella, sino resguárdela en su corazón.

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:4-7).

Usted no puede hacer nada acerca de sus ancestros, pero ciertamente usted puede hacer algo acerca de sus descendientes.

Un padre dijo: “Si pudiera hacerlo todo de nuevo, esto es lo que haría: amaría más a mi esposa frente a nuestros hijos; reiría más con mis hijos, de nuestros errores y nuestros gozos; les escucharía más, aun a los más pequeños. Sería más honesto acerca de mis propias debilidades, y dejaría de pretender ser perfecto. Oraría diferente por mis hijos. En vez de pensar sólo en mí, me enfocaría en ellos. Haría más cosas con mis hijos. Les daría más ánimo y les alabaría más. Pondría más atención a las cosas pequeñas, acciones y palabras de amor y bondad. Finalmente, si podría hacerlo todo de nuevo, compartiría a Dios más íntimamente con mi familia. Usaría cada cosa ordinaria que sucede en cada día ordinario, para guiarles a Dios.”

Padres, si va a haber música en su hogar, usted va a tener que proveerla, porque Dios le ha hecho a usted el director o conductor de la orquesta.

viernes, 15 de julio de 2011

CANTA UN CANTICO NUEVO

Canta un cántico nuevo.
"Cantad alegres a Jehová, toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos" Sal. 98:4
A la edad de 94 años, el Pastor Willis fue internado en una casa de reposo. Desde su silla de ruedas, explicaba con gozo cómo Dios le había dado un nuevo campo misionero donde compartir el Evangelio. Cuando quedó postrado en cama algunos años después, hablaba con entusiasmo de cómo estaba en la mejor posición posible para mirar a Dios. Cuando murió a la edad de 100 años, el Pastor Willis dejó tras sí el legado de alguien que cantaba un cántico nuevo de alabanza en cada giro de su vida terrenal.
¡La alabanza es poderosa! Cuando el pastor escocés Robert Murray McCheyne se angustiaba por la frialdad de su corazón hacia las cosas del Señor, cantaba alabanzas a Dios hasta que sentía que su espíritu se reavivaba.
El Salmo 98 nos exhorta a cantar un cántico nuevo para Dios:
1. Debemos alabarle porque Dios es quien «ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y su santo brazo» (vs.1). El versículo dos dice: “Jehová ha hecho notoria su salvación”, deberíamos cantarle por nuestra salvación. ¡Que regalo tan grande!
2. Deberíamos alabarle —aún en momentos de dificultad— por cuanto Dios recuerda «Su misericordia y… Su verdad» (vs.3) y se compadece de nosotros.
3. Deberíamos adorarle porque todo está bajo su gobierno y control, «Aclamad…Delante del rey Jehová » (vs. 6).
4. Debemos alabarle con mucho gozo y alegría levantando nuestra voz, «Cantad alegres », «Levantad la voz » (vs.4) en la última frase el concepto es con un estallido de alabanzas incontenibles.
Aunque este salmo trata acerca de cómo Dios libró a los israelitas de la esclavitud, de manera profética también trata acerca de nuestra salvación por medio de Jesucristo, nuestro Señor. Al recordar lo que Dios ha hecho por nosotros, podemos confiar que Él nos ayudará con las dificultades de hoy, así como también con las incertidumbres de mañana. El salmista escribió: «Brame el mar y su plenitud, el mundo y los que en él habitan;…los montes todos hagan regocijo» (vs.7-9). ¡Unámonos a la Creación de Dios cantando alabanzas a nuestro Salvador!

jueves, 14 de julio de 2011

LIBRES DE LA PRISIÓN DEL PERFECCIONISMO

Mensajes de interés
para compartir:

Cómo ser el
padre de un hijo
sabio - Pr. 1:20-22

Cómo criar
hijos ejemplares Pr. 1:7-9
El director
de la orquesta Sal. 128
El capitán
y sus hijos
He. 11:7; Gn. 6:1-22

La insumergible
fe del capitán Noé He. 11:7

Cómo fortalecer
los matrimonios fatigados
Ef. 5:22-33




Dios nos ha llamado para que seamos libres y tengamos libertad en toda área de nuestras vidas. Pero Satanás, si no puede evitar que lleguemos a ser salvos, tratará de mantenernos en esclavitud. Eso es lo que hizo con los santos en Galacia.

“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3:1-3).

Pablo estaba desafiando a los gálatas: “¿Se salvaron por guardar los Diez Mandamientos o por confiar en Jesucristo?” Y cuando habla de la “carne” no está hablando de nuestro cuerpo, sino de nuestra naturaleza Adánica, que trata de ser “buena” para que el Dios Todopoderoso nos reciba.

¿Qué es el perfeccionismo? Se lo diré en una frase: es el juzgarse a sí mismo en base a sus logros. Usted mide su valor en términos de productividad y logros, siempre esforzándose por alcanzar metas inalcanzables, sin nunca lograrlas. Por consiguiente, nunca se siente satisfecho. Las palabras claves de un perfeccionista son: “Yo debo, yo tengo, yo debería.” Los perfeccionistas no son guiados; ellos son compelidos.



VIDA TRAS LAS REJAS

Permítame decirle algunas de las características de la vida en la prisión del perfeccionismo:

1. El perfeccionista nunca está satisfecho.
2. El perfeccionista critica a otras personas.
3. El perfeccionista tiene metas imposibles.
4. El perfeccionista es un idealista.
5. El perfeccionista se valora por lo que hace, lo que tiene o lo que obtiene.
6. El perfeccionista se siente culpable si descansa.
7. El perfeccionista se enfoca en el proyecto en lugar de enfocarse en el proceso.
8. El perfeccionista tiene una culpabilidad inamovible.



EL GRAN ESCAPE

¿Está usted listo para escapar de la prisión? ¡Hagámoslo! Quiero sugerir tres maneras en que usted puede escapar de una vida tras las rejas.

Crea que Dios le ha aceptado por gracia. Efesios 1:6 dice: “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.” ¿Cómo es que Dios le hizo acepto? Por su gracia. No por sus obras. La gracia es completamente contraria a la naturaleza humana, que quiere que usted viva por culpa y no por gracia.

Dios no está tratando de sorprenderle cometiendo algún pecado, ni le mortifica por algún error. Dios no es un Dios que empuja y empuja, exigiendo que hagamos más y más para agradarle.

La GRACIA es que Dios nos acepta. Fe es nuestra aceptación del hecho de que Dios nos acepta.

¿Piensa que estoy tratando de decirle que el rendimiento no es bueno? ¿O que le estoy pidiendo que baje sus estándares? ¡No! Si usted piensa que estoy diciendo eso, está equivocado. Sólo trato de explicarle que si está tratando de ganarse la aceptación de Dios en base a su rendimiento, quedará desilusionado. Puesto que, usted nunca saldrá libre de esta prisión en la cual el diablo le ha puesto.

Aprenda y crea que puede aceptarse a sí mismo. Esto no significa que hace la paz con el pecado, sino que reprograma su auto evaluación. Diga, con el apóstol Pablo: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10). A los ojos de Dios usted es especial. Dios le ha aceptado. Ahora acéptese usted mismo, y no se quede encadenado a su pasado.

Deje que Jesús le mire a los ojos, y escúchele decir: “Yo te amo y te acepto. No te amo porque eres valioso. Eres valioso porque te amo.” Dios ya le ha aceptado, ahora acéptese a sí mismo.

Aprenda a aceptar a otras personas. No demande perfección de nadie, porque no podrán proveérsela. Deje que Dios sea Dios, y renuncie a ser el Presidente Administrativo del universo. Verá, otros no tienen que ganar su aceptación ante Dios. ¿Por qué deberían tratar de ganarse la suya?

Cuando usted acepta a otras personas, no sólo las libera, sino que usted mismo estará libre para ser todo lo que puede ser. Y le prometo lo siguiente: cuando usted sale de la trampa del rendimiento, no hará menos; usted probablemente hará más. Logrará más y lo gozará mucho más todavía.

CARACTER DE LA MUJER CRISTIANA

Carácter de la Mujer Cristiana: la mujer en su estado de redención
“Dignidad, Carácter y servicio de la mujer cristiana”

La Mujer en éste Siglo juega un Papel importante en la Sociedad y su participación es fundamental a la hora de tomar Decisiones.
La Mujer Cristiana y Comprometida es una ayuda Idonea para el que hacer de la Iglesia.



En esta conferencia el Hermano Rigoberto Gómez expondrá, a través de las Sagradas Escrituras:

Ø La mujer cristiana conoce a Dios y toma de él sus fuerzas. La fe de una mujer creyente

Ø Rasgos fundamentales de una mujer cristiana

Ø Modelos bíblicos de mujeres piadosas (Sara, Ester, Rut, María la madre de Jesús, Abigail, María la hermana de Marta, Febe, Débora)

Ø El hablar de una mujer cristiana

Ø El vestido de una mujer cristiana

Ø Los anhelos y deseos de una mujer cristiana

Ø La mujer cristiana y sus relaciones con el sexo opuesto

miércoles, 13 de julio de 2011

¿ CUANDO CLAMAMOS A DIOS ?

Cuando clamamos a Dios


Leer | SALMO 57.1-3


Cuando usted enfrenta una crisis, ¿qué es lo primero que hace? La respuesta natural es tratar de solucionar el problema con sus propias fuerzas. Sin embargo, Dios nos ofrece una manera diferente de enfrentar las dificultades.

David no fue ajeno a la presión o a las repentinas apariciones del mal. Cuando escribió el Salmo 57, enfrentaba muchas dificultades, incluyendo la persecución del rey Saúl, que quería asesinarlo (1 S 24). La respuesta del pastor de ovejas fue a clamar a Dios y refugiarse en Él hasta que su calamidad cesara.



Aprendamos del ejemplo de David, examinando sus palabras. Hoy, nos centraremos en Aquel a quien el salmista clama.

Primero, David se refiere a Dios como El Elyon, o Gobernante Supremo; Él es el Altísimo, con todo poder y sabiduría, el Único que puede ayudarnos en nuestra necesidad.

Segundo, el salmo dice que Dios es nuestro refugio. Si Él es un lugar de refugio para nuestra alma, entonces no tenemos que temer. Él ronda sobre nosotros y nos protege cuando surgen las crisis.

Tercero, el salmo expresa plena confianza de que el Todopoderoso puede realizar, y realizará, todas las cosas. Él hará lo que sea necesario para intervenir a nuestro favor y para pedir cuentas a quienes nos atacan, rodeándonos con su amor y su verdad.

Durante su tiempo en la Tierra, Jesús demostró su gran amor. Por tanto, podemos acercarnos a Él cuando nuestro corazón está atribulado. Sepa que pueda venir delante del trono de Aquel que es su poderoso protector, que tiene el poder y el deseo de llevar a cabo todo lo que usted necesite.

¿ QUE TAN BIEN CONOCE USTED A DIOS ?

¿Qué tan bien conoce usted a Dios?

¿Sabe algo? Dios le ama y quiere tener una relación personal con usted para siempre.

El Padre celestial tiene un plan especial para su vida. Él nos da esta promesa en el libro de Jeremías del Antiguo Testamento, capítulo 29, versículo 11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Dios le creó para que usted tenga una relación con Él. Quiere que usted tenga mayor intimidad con Él en este mundo, y para que pase la eternidad a su lado en el cielo después que muera.

Pero hay una cosa que nos impide relacionarnos con Dios... el pecado. Si usted hizo alguna vez algo malo, sabe qué es el pecado: es desobedecer a Dios. La Biblia dice en Romanos 3.23: “Por cuanto todos [¡y esto significa todos nosotros!] pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.

Romanos 6.23 explica que el castigo por el pecado es la muerte: la separación de Dios para siempre en el infierno. No importa cuánto nos esforcemos, no podemos salvarnos a nosotros mismos. No podemos ganar el cielo por ser buenos, ir a la iglesia o ser bautizados. Esta es una mala noticia.

¡Pero no se preocupe! Dios nos ama tanto que envió a su único Hijo, Jesús, a la tierra. Él vivió una vida perfecta, sin pecado, y después murió en la cruz para recibir el castigo por nuestros pecados (Romanos 5.8). Tres días después, volvió a la vida y ahora vive en el cielo.

Jesús dijo en Juan 14.6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí”. Para venir a Dios y vivir en el cielo después de morir, usted debe aceptar a Jesús como su Señor y Salvador personal.

Para aceptar a Jesús como su Salvador, lo único que tiene que hacer es decirle a Dios que reconoce que es pecador, creer que Jesús murió por sus pecados y que resucitó de los muertos, y darle el control de su vida.

He aquí un ejemplo de oración que le ayudará a saber qué decir:

Señor, sé que soy pecador y que mi pecado me separa de ti. Comprendo que no puedo hacer nada para ganar mi entrada al cielo. Creo que Jesús tomó el castigo por mis pecados al morir en la cruz y resucitar. Lo acepto como mi Señor y Salvador. Trataré ahora de hacer lo mejor para agradarte todos los días de mi vida. Gracias por perdonarme y salvarme en este momento. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Si usted aceptó a Jesucristo como su Salvador, entonces puede tener la seguridad de que Él le oyó. La Biblia dice: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10.13). ¡Usted acaba de empezar una relación con Dios, y puede tener la seguridad de que pasará la eternidad con Él en el cielo!

ES DUEÑO DE TODO

Es Dueño de Todo
"Todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas." 1 Cr. 29:11
En el sermón de un reconocido pastor, titulado “¿Para qué sirve la recesión económica?”, el sugiere que cuando la economía cae en picada, Dios tiene Sus propósitos; algunos de estos propósitos podrían ser los siguientes:
1. Exponer pecados escondidos y conducirnos al arrepentimiento y la purificación.
2. Despertarnos a la realidad de la condición desesperante que caracteriza a este mundo en tinieblas, donde siempre hay recesión espiritual, y de la peor clase.
3. Reubicar las raíces de nuestro gozo y valores: Arraigarlas en Su gracia, no en los bienes; en Su misericordia, no en el dinero; en Su valor, no en las riquezas.
4. Promover Su obra misionera salvadora en el mundo (la extensión del evangelio y el crecimiento de Su Iglesia), precisamente en tiempos en que los recursos humanos disminuyen y tienen menos posibilidades de sustentarla.
5. Hacer que Su iglesia sea más sensible, misericordiosa y que se ocupe de los miembros que sufren y crezca en el don del amor.
Ahora, posiblemente usted se ha desanimado ante la recesión o situación económica y se pregunta: ¿Qué más quiere el Señor enseñarnos en estos momentos tan difíciles?
Dios quiere enseñarnos que:
1. El Señor Dios Todopoderoso, nada hay imposible para Él. (Lc.1:37).
2. El Señor Dios Todopoderoso, escucha las oraciones de sus hijos. Él nos manda a orar, y nos promete escuchar cuando lo hacemos. “En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos (Sal. 18:6).
3. El Señor Dios Todopoderoso, al ser el Dueño y “Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella” (Is. 42:5), no lo limitan los reveses económicos; Él no ha declarado una moratoria en la “Gran Comisión”, ni nos ha abandonado (Mt. 28:20).
¡No coloquemos nuestras esperanzas en la prosperidad material, ni en las riquezas o posesiones sino en Aquel que es Soberano y Dueño de todo!
Reflexión: Cuando lo único que tienes es a Dios, dispones de todo cuanto necesitas.

lunes, 11 de julio de 2011

UNA SANGRE LIMPIA

ES IMPORTANTE QUE LEAN ESTE MENSAJE Y REFLEXIONEMOS ACERCA DE NUESTRAS VIDAS








Es la tarde de un viernes típico y estás
Manejando hacia tu casa....................
Sintonizas la radio. El noticiero cuenta una historia de poca importancia: En un pueblo lejano han muerto 3 personas de alguna enfermedad que nunca antes se había visto.
No le pones mucha atención a ese acontecimiento...

El lunes cuando despiertas, escuchas que ya no son 3, sino 30,000 personas las que han muerto en las colinas remotas de la India.

Gente del control de enfermedades de varios países, han ido a investigar.

El martes ya es la noticia más importante en la primera plana del periódico, porque ya no sólo es la India, sino Pakistán, Irán y Afganistán y pronto la noticia sale en todos los noticieros. Le están llamando

'La Influencia Misteriosa' y todos se preguntan: ¿Como vamos a controlarla?

Entonces una noticia sorprende a todos:

Europa cierra sus fronteras, no habrá vuelos a Francia desde la India, ni de ningún otro país donde se haya visto la enfermedad. Por lo del cierre de fronteras estás viendo el noticiero cuando escuchas la traducción de una mujer, en Francia, que dice que hay un hombre en el hospital muriendo de la 'Influencia Misteriosa'.

Hay pánico en Europa.

La información dice, que cuando tienes el virus, es por una semana y ni cuenta te das. Luego tienes 4 días de síntomas horribles y entonces mueres.

Inglaterra cierra también sus fronteras, pero es tarde, pasa un día más y el presidente de la ONU, cierra las fronteras de Europa y Asia, para evitar el contagio en los demás continentes, hasta que encuentren la cura...

Al día siguiente la gente se reúne en las iglesias y templos de todo el mundo para orar por una cura y entra alguien diciendo: ¡Prendan la radio!, y se oye la noticia:
2 mujeres han muerto en Nueva York. En horas, parece que la enfermedad invade a todo el mundo.

Los científicos siguen trabajando para encontrar el antídoto, pero nada funciona. Y de repente, viene la noticia esperada: Se ha descifrado el código de ADN del virus. Se puede hacer el antídoto.

Va a requerirse la sangre de alguien que no haya sido infectado y de hecho en todo el país se corre la voz que todos vayan al hospital mas cercano para que se les practique un examen de sangre.

Vas de voluntario con tu familia, junto a unos vecinos, preguntándote ¿qué pasará? ¿Será este el fin del mundo?...

De repente el doctor sale gritando un nombre que ha leído en el registro. El más pequeño de tus hijos está a tu lado, te agarra la chaqueta y dice: ¿Papi?, ¡ese es mi nombre!. Antes que puedas reaccionar se están llevando a tu hijo y gritas: ¡Esperen!... Y ellos contestan: todo está bien, su sangre esta limpia, su sangre es pura.

Creemos que tiene el tipo de sangre correcta.

Después de 5 largos minutos los médicos salen llorando y riendo. Es la primera vez que haz visto a alguien reir en una semana. El doctor de mayor edad se te acerca y dice: Gracias, señor, la sangre de su hijo es perfecta, está limpia y pura, se puede hacer el antídoto contra esta enfermedad...

La noticia corre por todas partes, la gente está orando y llorando de felicidad.

En eso el doctor se acerca a ti y a tu esposa y dice: ¿Podemos hablar un momento? Es que no sabíamos que el donante sería un niño y necesitamos que firmen este formato para darnos el permiso de usar su sangre. Cuando estás leyendo el documento te das cuenta que no ponen la cantidad que necesitarán y preguntas: ¿Cuánta sangre?...

La sonrisa del doctor desaparece y contesta: No pensábamos que sería un niño. No estábamos preparados. La necesitamos toda...

No lo puedes creer y tratas de contestar:

'Pero, pero...'. El doctor te sigue insistiendo, 'usted no entiende, estamos hablando de la cura para todo el mundo. Por favor firme, la necesitamos...toda. Tú preguntas: ¿pero no pueden darle una transfusión? Y viene la respuesta: si tuviéramos sangre limpia podríamos...

¿Firmará?, por favor...¡¡Firme!!....

En silencio y sin poder sentir los mismos dedos que sostienen el bolígrafo en la mano, firmas. Te preguntan: ¿Quiere ver a su hijo?

Caminas hacia esa sala de emergencia donde está tu hijo sentado en la cama diciendo: ¡Papi, Mami!, ¿qué pasa? Tomas su mano y le dices: Hijo, tu mami y yo te amamos y nunca dejaríamos que te pasara algo que no fuera necesario, ¿comprendes eso? Y cuando el doctor regresa y te dice: Lo siento necesitamos comenzar, gente en todo el mundo está muriendo...

¿Te puedes ir? ¿Puedes darle la espalda a tu hijo y dejarlo allí?... Mientras él te dice ¿Papi?,¿Mami? porqué me abandonan...

A la siguiente semana, cuando hacen una ceremonia para honrar a tu hijo, algunas personas se quedan dormidas en casa, otras no vienen porque prefieren ir de paseo o ver un partido de fútbol y otras viene a la ceremonia, con una sonrisa falsa fingiendo que les importa.

Quisieras pararte y gritar: ¡¡¡Mi hijo murió por ustedes!!! ¿Acaso no les importa?...

Tal vez eso es lo que Dios nos quiere decir: 'Mi hijo murió por ustedes, ¿todavía no saben cuánto los amo?

Es curioso lo simple que es para las personas desechar a Dios y después preguntarse porqué el mundo va de mal en peor.

Es curioso ver cómo creemos todo lo que leemos en el periódico, pero cuestionamos lo que dice la Biblia.

Es curioso cómo nos esforzamos día tras día atesorando bienes terrenales y no dedicamos unos cuantos minutos a atesorar los bienes celestiales.

Es curioso cómo alguien dice: 'Yo creo en Dios', pero con sus acciones demuetra que sigue a otros.

Es curioso cómo enviamos millares de 'bromas' a traves de un correo electrónico..., mismas que se esparcen como un fuego voraz, pero cuando envías mensajes que tienen que ver con Dios, la gente lo piensa antes de compartirlos con otros.

Es curioso cómo la lujuria, cruda, vulgar y obscena pasa libremente a través del ciberespacio, pero la discución pública de Jesús es suprimida en las escuelas y en los lugares de trabajo.

¿ES CURIOSO, VERDAD?

Es curioso que cuando termines de leer este mensaje, no sientas la necesidad de enviarlo a muchos de los que están en tu lista de e-mails; simplemete porque no estás seguro(a) de lo que ellos creen o vayan a pensar?

Es curioso cómo nos preocupamos más de lo que la gente piense, que de lo que Dios piense de nosotros.

No te detengas, envíalo y que tengas un feliz día, sólo tienes que marcar reenviar!!!...



"Solo vuelan alto los que usan el viento en contra"

jueves, 7 de julio de 2011

ESTUDIOS SOBRE EL SERMÓN DEL MONTE

La Paja y la Viga



Hemos examinado ya el mandato de nuestro Señor, "No juzguéis" y lo que implica en la práctica. Ahora pasamos, en los versículos 1-5, a las razones que da para no juzgar. También aquí no podemos sino sentir, al leerlos, que su alegato es irrefutable, su lógica ineludible. Al mismo tiempo, experimentaremos nuestra condición pecadora y veremos la fealdad del pecado.

Veamos las razones que da. La primera es: "No juzguéis, para que no seáis juzgados!' No juzguéis, para que vosotros mismos no seáis juzgados. Se trata de una razón muy práctica y personal, pero ¿qué significa exactamente? Hay quienes quisieran hacernos creer que significa algo así. No hay que juzgar a otras personas si uno no quiere que lo juzguen a uno. No juzguemos a otras personas si no queremos que ellas, a su vez, nos juzguen. Afirman que lo que realmente significa es que, lo que uno hace a los otros, se lo harán ellos a uno, o, como dice la expresión, recibirá uno el pago con la propia moneda que pague. Dicen que equivale a esto, que la persona que siempre critica y censura a los demás, es una persona que casi siempre se atraerá críticas. Y claro que esto es verdadero y perfectamente justo. También es cierto que no hay personas más sensibles a la crítica que las que siempre están criticando a los demás. Les disgusta y se quejan cuando les sucede; pero no parecen recordarlo cuando lo hacen a otros. Debemos estar de acuerdo, pues, en que esta afirmación es cierta, que la persona que siempre critica es a su vez criticada, y que, en consecuencia, si se quiere evitar críticas, hay que ser menos crítico y censurador de los demás. Y, por otra parte, se puede decir con certeza que la persona que critica menos es más querida, y no se ve sometida a tantas críticas como las personas que critican mucho.

Pero sería completamente erróneo interpretar esta afirmación como si sólo significara esto. Si bien debemos aceptarlo en general, parece que nuestro Señor va mucho más allá. Decimos esto, no sólo basados en lo que contiene este capítulo, el cual, como hemos visto, tiene como fin enfrentarnos con el juicio de Dios, sino también debido a otras afirmaciones bíblicas paralelas a ésta, y que la explican y, consiguientemente, la refuerzan. Sin duda que significa esto: "No juzguéis, para que no seáis juzgados" — por Dios—. Hay muchos cristianos evangélicos que de inmediato reaccionan en contra de una exposición tal en función de la gran enseñanza de la Biblia respecto a la justificación sólo por fe. Señalan que Juan 5:24 enseña que, si creemos en el Señor Jesucristo, hemos pasado por el juicio y del juicio a la vida. Agregan que el primer versículo de Romanos 8 dice, "Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús!' Esto significa sin duda, expresan, que por ser cristianos ya hemos sido sacados por completo del terreno del juicio. Basados en esa enseñanza arguyen que ya no hay juicio para el hombre que es verdaderamente cristiano.

Esta crítica requiere nuestra atención y respuesta, y queremos hacerlo así. Recordamos otra vez que las palabras que estamos examinando se dirigen a creyentes, no a incrédulos. Se dirigen a personas en quienes se cumplen las Bienaventuranzas, a aquellos que son hijos de Dios y nacidos de nuevo del Espíritu. Está bien claro, por consiguiente, que en cierto sentido esas personas siguen estando sometidas a juicio.

Pero, además de esto, debemos enfocar el problema también en función de la enseñanza de otros pasajes. Quizá la mejor forma de tratar esto es plantearlo así. En la Biblia se nos enseña que hay tres clases o tipos de juicio, y es el no aislar y distinguir estas tres clases lo que produce esta confusión. Debería de preocuparnos este tema por muchas razones. Una es que muchos de nosotros, que decimos ser cristianos evangélicos, no sólo somos culpables de volubilidad en estos asuntos, sino que carecemos también curiosamente de lo que se solía llamar 'temor de Dios'. Algunos de nosotros tenemos una ligereza, una vocinglera, una superficialidad, que me parece estar muy lejos de lo que debe ser el verdadero cristiano, pueblo religioso, como se ve que ha sido en la Biblia y en la iglesia a lo largo de los siglos. En nuestro anhelo de crear la impresión de que somos felices, a menudo carecemos de reverencia y de lo que la Biblia quiere decir con 'reverencia y temor religioso'. La idea toda del 'temor del Señor' y de la piedad se ha ido perdiendo de una forma u otra entre nosotros. Esto se debe en parte a este fracaso en caer en la cuenta de la enseñanza bíblica respecto al juicio. Deseamos tanto dejar bien sentada la doctrina de la justificación por fe sola, que con frecuencia, nos hacemos culpables de tener en menos las otras doctrinas bíblicas, que son igualmente parte de nuestra fe y, en consecuencia, igualmente verdaderas. Por ello es importante entender esta doctrina acerca del juicio.

Ante todo, hay un juicio que es definitivo y eterno, es el juicio que determina el estado del hombre y su posición frente a Dios. Este juicio decide la gran separación entre el cristiano y el no cristiano, entre las ovejas y las cabras, entre los que van a la gloria y los que van a la perdición. Este es una especie de primer juicio, como un juicio básico que establece la gran línea divisoria entre los que pertenecen a Dios y los que no le pertenecen. Esto se enseña claramente en muchos pasajes de la Biblia, desde el principio hasta el fin. Ese es el juicio que determina y fija el destino final del hombre, su condición eterna, si va a estar en el cielo o en el infierno.

Pero ese no es el único juicio que se enseña en la Biblia; hay un segundo juicio, el juicio al que estamos sometidos como hijos de Dios, y por ser hijos de Dios.

Para entender esto, deberíamos leer 1 Corintios 11, donde Pablo expone la doctrina respecto a la Santa Cena. Dice, "Cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí" (versículos 27-29). Luego —"Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen (lo cual significa 'muchos han muerto'). Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo" (versículos 30-32).

Esta afirmación es muy importante y significativa. Indica claramente que Dios juzga a sus hijos de esta forma, que si somos culpables de pecado, o de vivir mal, es probable que Él nos castigue. El castigo, dice Pablo, puede tomar la forma de enfermedad. Hay quienes están enfermos por su mal vivir. No quiere decir necesariamente que Dios les ha enviado la enfermedad, pero probablemente significa que Dios retira su protección de ellos y permite que el demonio los ataque con la enfermedad. La misma clase de afirmación la tenemos en la misma Carta cuando habla de entregar un hombre a Satanás para que esté lo corrija de esa forma (capítulo 5). Es una doctrina sumamente grave e importante. En realidad, Pablo va más allá y dice que algunos de esos corintios habían muerto debido a su mala vida, el juicio que había caído sobre ellos de esa forma. Habla del juicio de Dios, y por consiguiente lo podemos interpretar así, que Dios permite a Satanás, el cual controla el poder de la muerte, llevarse a estas personas debido a su negativa a juzgarse a sí mismos y a arrepentirse y a volver a Dios. La exhortación que hace, por consiguiente, es que debemos examinarnos a nosotros mismos, debemos juzgarnos a nosotros mismos y condenar lo malo que hay en nosotros mismos a fin de que podamos eludir ese otro juicio. Se equivoca, pues, el cristiano que pasa superficialmente por la vida diciendo que cree en el Señor Jesucristo y que, por consiguiente, nada tiene que ver con el juicio, que todo va bien. En absoluto; debemos andar con cautela y circunspección, debemos examinarnos y hurgar en nuestra conciencia para que esta clase de juicio no venga sobre nosotros.

Todo esto se confirma en Hebreos 12, donde la doctrina se plantea de esta forma: "El Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo!' El argumento en este caso tiene como fin confortar y alentar a los cristianos hebreos que se hallaban en tiempos difíciles. Dice así: debemos tener cuidado de ver las pruebas a la luz adecuada. En cierto sentido el hombre debería tener más temor si nada le va mal en la vida en este mundo, que si las cosas le van mal, porque 'el Señor al que ama disciplina'. Conduce a sus hijos a la perfección, y en consecuencia los disciplina en este mundo. Juzga sus pecados y sus imperfecciones en este mundo para prepararlos para la gloria. Los que no son tan santos son 'bastardas' y les deja que prosperen. Se encuentra lo mismo en el salmo 73, en que encontramos al salmista muy perplejo ante este hecho. Dice: "No entiendo los caminos de Dios. Vean todas esas personas impías y malas. Los ojos se les saltan de gordura; no tienen congojas por su muerte; siempre parecen prosperar. Verdaderamente en vano he lavado mis manos!' Pero llegó a comprender que esta forma de pensar estaba equivocada, porque estaba viendo la vida de los impíos sólo en este mundo. Quizá disfruten en esta vida; pero es todo lo que obtienen, y de repente el juicio descenderá sobre ellos, y será definitivo y eterno. Dios juzga a su pueblo en este mundo a fin de ahorrarles eso. "Si nos examinamos a nosotros mismos," dice Pablo, "no seremos condenados con el mundo". Ésta, pues, es la segunda forma de ver el juicio, y es una perspectiva muy importante. Estamos siempre bajo la mirada de Dios, y Dios vigila nuestra vida y juzga nuestros pecados, todo para beneficio nuestro.

Pero debemos examinar la tercera clase de juicio que se enseña en la Biblia, el juicio que a menudo se denomina 'juicio de recompensa'. No importa que este nombre sea adecuado o no, pero hay un juicio para el pueblo de Dios después de la muerte; Se enseña bien claramente en la Biblia. Lo encontramos en Romanos 14 donde Pablo dice, "Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo;' No juzguemos a los demás acerca de estos asuntos de observar ciertos días, de comer ciertos manjares, y así sucesivamente, dice el apóstol, porque todo hombre deberá enfrentarse con su propio juicio, y es responsable delante de Dios —Aporque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo". Tenemos lo mismo en las cartas a los Corintios. Está el pasaje en 1 Corintios 3 donde dice: "La obra de cada uno se hará manifiesta" y "el día la declarará". Todo lo que el hombre ha edificado sobre el fundamento —oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca— será juzgado por fuego. Parte de ello quedará completamente destruido, la madera, el heno, la hojarasca, etc., pero el hombre mismo se salvará, "aunque así como por fuego". Todo esto indica juicio, juicio de nuestras obras desde que llegamos a ser cristianos, y, sobre todo en este pasaje, desde luego, de la predicación del evangelio y la obra de los ministros en la iglesia.

Luego, en 2Corintios 5, el juicio se presenta claramente no sólo para los ministros sino para todos —"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo!' "Conociendo, pues" dice Pablo, "el temor del Señor, persuadimos a los hombres!' No se dirige a no creyentes; se dirige a creyentes cristianos. Los creyentes cristianos tendrán que presentarse delante del tribunal de Cristo, y ahí serán juzgados de acuerdo a lo que han hecho en el cuerpo, sea bueno o sea malo. No será así para decidir nuestro destino eterno; no es un juicio que decida si iremos al cielo o al infierno. No, ya hemos pasado por eso. Es un juicio que va a afectar nuestro destino eterno, pero no mediante la decisión de si será en el cielo o en el infierno, sino decidiendo lo que nos sucederá en el reino de la gloria. No se nos dan más detalles acerca de esto en la Biblia, pero se enseña clara y específicamente que hay un juicio de los creyentes.

Se encuentra también en Calatas 6:5 "Porque cada uno llevará su propia carga". Esto alude al mismo juicio, "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo!' Pero también "Cada uno llevará su propia carga"; cada uno de nosotros es responsable de su propia vida, por su propia conducta. Tampoco esto, y permítanme enfatizarlo otra vez, decide nuestro destino eterno, pero va a constituir una diferencia, es un juicio de nuestra vida desde que llegamos a ser cristianos. Luego está esa afirmación conmovedora de 2 Timoteo 1:16-18, donde, al referirse a Onesíforo, Pablo da gracias a Dios por este hombre que había sido tan bondadoso con él cuando estuvo en prisión. Esto es lo que pide para él: "Concédale el Se¬ñor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día"; en aquel día en que se va a juzgar, que el Señor tenga misericordia de él. Y en Apocalipsis 14:13 encontramos la afirmación respecto a todos los que mueren en el Señor: "Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor...; sus obras con ellos siguen!' Nuestras obras nos siguen.

La principal razón por la que los cristianos no deben juzgar, es la de no ser juzgados por el Señor. Le veremos como Él es; no encontraremos con Él, y se emitirá el juicio. Si en esa ocasión no queremos ser avergonzados, como dice Juan (1Jn. 2:28), seamos cuidadosos ahora. Si queremos tener 'confianza en el día del juicio', entonces tengamos cuidado de cómo vivimos aquí ahora. Si juzgamos, seremos juzgados en función de ese mismo juicio. Aquí tenemos pues, algo que nunca debemos perder de vista. Aunque seamos cristianos, y estemos justificados por fe, y tengamos seguridad de la salvación, y sepamos que vamos al cielo, todavía estamos sometidos a ese juicio aquí en la vida, y también después de esta vida. Es la enseñanza clara de la Biblia. Está sintetizada aquí, en la primera afirmación de nuestro Señor en esta sección del Sermón del Monte: "No juzguéis, para que no seáis juzgados!' No es simplemente que si uno no quiere que los otros hagan críticas de uno tampoco se deben decir cosas críticas de ellos. Eso está bien; es cierto. Pero es mucho más importante el hecho de que uno se está exponiendo a sí mismo a juicio, y que habrá que responder por estas cosas. Uno no pierde la salvación, pero es evidente que va a perder algo.

Esto nos conduce a la segunda razón que nuestro Señor presenta para no juzgar. Se encuentra en el versículo 2: "Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido". Podemos decir esto en forma de principio. La segunda razón para no juzgar es que, si lo hacemos, no sólo provocamos juicio contra nosotros mismos, sino que también establecemos la pauta para nuestro propio juicio —"Con la medida con que medís, os será medido!' Tampoco aquí significa simplemente lo que otros nos pueden hacer a nosotros. Decimos que al hombre siempre se le paga con su propia moneda, y esto es verdad. Los que se preocupan mucho por examinar e investigar a los otros, y hablan acerca de los más mínimos defectos que encuentran en ellos, se sorprenden a menudo cuando esas mismas personas los juzgan a ellos. No lo pueden entender, pero son juzgados con su propia medida.

Pero no podemos contentarnos con esto; esta afirmación significa algo más, y así lo dice la Biblia. Nuestro Se¬ñor en realidad declara que Dios mismo, en este juicio que hemos venido describiendo, nos juzgará según nuestra propia medida.

Veamos algunos textos bíblicos que refrendan esta interpretación. Consideremos la afirmación de nuestro Se¬ñor que se contiene en Lucas 12, donde habla acerca de 'cosas dignas de azotes' o 'ser azotado poco', y dice "a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá" (versículo 48). Enseña que Dios actúa según este principio. Luego leemos a continuación la afirmación de Romanos 2:1, "Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que sea tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo!' Está uno demostrando, dice Pablo, al juzgar a otros, que sabe lo que es justo; por lo tanto, si no hace lo que es justo se condena a sí mismo.

Pero, quizá, la afirmación más clara sobre esto se encuentra en Santiago 3:1, versículo que es de importancia vital, al que a menudo no se presta atención porque no gusta la carta de Santiago, al pensar que no enseña la justificación sólo por fe. Así es como plantea este punto específico: "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación". En otras palabras, si uno se pone a sí mismo como maestro y autoridad, que recuerde que será juzgado con su propia autoridad; uno será juzgado con el mismo criterio que usa. ¿Se coloca uno delante de los demás como autoridad? Muy bien; esta será la medida que se le aplicará a uno en su propio juicio.

Nuestro Señor lo dice bien claramente en las palabras que estamos examinando: "Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido!' Es una de las afirmaciones más alarmantes de toda la Biblia. ¿Pretendo tener un conocimiento excepcional de la Biblia? Si es así, seré juzgado en función del conocimiento que alego. ¿Pretendo ser servidor que conoce realmente estas cosas? Entonces no debo sorprenderme si se me azota mucho. Deberíamos tener mucho cuidado, por consiguiente, en cómo nos expresamos. Si con autoridad juzgamos a otros, no tenemos derecho a quejarnos si se nos juzga con la misma norma. Es completamente justo y adecuado, y no tenemos razón ninguna de quejarnos. Pretendemos tener este conocimiento; si lo tenemos debemos demostrarlo viviendo de acuerdo con el mismo. Según lo que pretendo ser, seré juzgado. Si, por consiguiente, pongo mucho empeño en examinar la vida de otras personas, esa misma norma se me aplicará, y no tendré motivo para quejarme. La respuesta que se me daría, si me quejara, sería ésta: ya lo sabías, lo hacías con los demás, ¿por qué no también en tu propio caso? Es un pensamiento sorprendente y alarmante. No conozco ninguna otra cosa que pueda apartamos más de la práctica pecaminosa de condenar a otros y de ese espíritu feo y detestable que se complace en hacerlo.

Esto nos conduce a su vez a la última razón que nuestro Señor nos presenta. La plantea en los versículos 3-5: "¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano!' ¿Hubo jamás sarcasmo igual? ¿Hubo jamás un ejemplo más perfecto de ironía? ¡Cuánto lo merecemos! Podemos sintetizar el argumento en forma de una serie de principios. Nuestro Se¬ñor nos enseña que la tercera razón para no juzgar a otros es que somos incapaces de juzgar. No podemos juzgar. Por consiguiente, como no lo podemos hacer adecuadamente ni siquiera debemos intentarlo. Dice que nuestro espíritu es tal que no tenemos derecho a juzgar. No sólo debemos recordar que nosotros mismos seremos juzgados y que fijamos las normas de ese juicio, sino que además dice: un momento, no juzguéis porque sois incapaces de juzgar.

Nuestro Señor lo demuestra de esta manera. Ante todo, indica que no nos preocupa la justicia y el verdadero juicio, porque si estuviéramos preocupados por ello, nos ocuparíamos de eso en nosotros mismos. Nos gusta persuadirnos de que estamos realmente preocupados por la verdad y la justicia, y que ése es nuestro único interés. Pretendemos que no deseamos ser injustos con las personas, que no deseamos criticar, sino que estamos realmente preocupados por la verdad. Ah, dice de hecho nuestro Señor, si realmente estuviéramos preocupados por la verdad, nos juzgaríamos a nosotros mismos. Pero no lo hacemos; por consiguiente, nuestro interés no es realmente la verdad. Es un argumento justo. Si alguien pretende que su único interés es por la justicia y la verdad, y no por las personas, entonces será tan crítico de sí mismo como los demás. El que es realmente un gran artista suele ser el crítico más severo de sí mismo. No importa en qué esfera de la vida se dé, ya sea en el canto, en el drama, en la pintura, o en cualquier otra cosa; el que es realmente gran artista y crítico verdadero se critica tanto a sí mismo como a la obra de los demás, e incluso quizá más, porque tiene normas objetivas. Pero tú, dice nuestro Señor, no tienes normas objetivas. No estás interesado por la verdad y la justicia, de lo contrario no pasarías por alto tu propia vida, como de hecho lo haces, para criticar sólo a los demás. Esta es la primera afirmación.

Podemos ir más allá y decir que también nos muestra que esas personas no están preocupadas por los principios en cuanto tales, sino sólo por las personas. El espíritu de hipercrítica, como hemos visto, se preocupa de las personas y no de los principios. Este es el problema que muchos de nosotros tenemos a este respecto. Estamos realmente interesados por la persona que criticamos, no por el tema o principios específicos; y nuestro verdadero deseo es condenar a la persona, más que eliminar el mal que hay en la persona. Claro que esto de inmediato nos hace incapaces de emitir un verdadero juicio. Si hay parcialidad, si hay sentimiento y animosidad personales, no podemos ser verdaderos examinadores. Incluso la ley reconoce esto. Si se puede demostrar que hay alguna conexión entre un miembro del jurado y la persona sometida a juicio, se puede descalificar a ese miembro del jurado. Lo que se desea en un jurado es imparcialidad. No puede haber prejuicio, no puede haber nada personal; debe ser un juicio objetivo y ponderado. El elemento personal se debe excluir por completo para que pueda haber juicio verdadero. Si aplicamos esto a nuestro juicio de otras personas, me temo que tendremos que estar de acuerdo con nuestro Se¬ñor en que somos completamente incapaces de juzgar, por qué lo que más nos interesa en ese caso son las personas o las personalidades. Hay muy a menudo un motivo ulterior en nuestro juicio y por ello no acertamos a distinguir entre las personas y su acción.

Pero sigamos a nuestro Señor en su análisis. Su siguiente argumento está en el versículo 4: "¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?" Esto es sarcasmo en su forma más intensa. Dice que nuestra propia condición es tal que somos completamente incapaces de ayudar a otros. Pretendemos estar preocupados por esas personas y por sus faltas, y tratamos de dar la impresión de que estamos preocupados sólo por su bien. Decimos que estamos inquietos por esa pequeña mancha que vemos en ellos, y que estamos deseosos de eliminar esa paja. Pero, dice nuestro Señor, no lo podemos hacer, porque es un proceso sumamente delicado. La viga que está en nuestros propios ojos nos vuelve incapaces de ello.

En cierta ocasión leí una observación muy aguda que expresaba esto a la perfección. Decía que hay algo muy ridículo en la persona ciega que trata de guiar a otro ciego, pero que hay algo mucho más ridículo que eso, y es el oculista ciego. El oculista ciego no puede en modo alguno quitar la mota del ojo ajeno. Si el ciego en general es incapaz de ayudar a los demás ¿cuánto más inútil es el oculista ciego? Eso es lo que dice nuestro Señor aquí. Si uno quiere poder ver claramente para quitar esa mota diminuta del ojo de esa otra persona por la que pretende interesarse, asegúrese de tener los ojos propios bien limpios. No se puede ayudar a otro si uno está cegado por la viga que hay en el ojo propio.

Finalmente, el Señor nos condena de hecho como hipócritas. "¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces veras bien para sacar la paja del ojo de tu hermano!' Cuan verdadero es esto. El hecho es que no estamos realmente preocupados por ayudar a esa otra persona; estamos interesados sólo en condenarla. Pretendemos tener este gran interés; pretendemos que estamos angustiados en encontrar esa falta. Pero en realidad, como nuestro Señor ya nos ha mostrado (y esta es la parte terrible), estamos realmente contentos de descubrirla. Esto es hipocresía. Una persona se dirige a otra como amiga y le dice "es realmente una vergüenza que tengas ese defecto!' Pero ¡cuan a menudo esa acción va envuelta en malicia, y qué placer se procura esa persona! No, dice nuestro Señor, si deseamos realmente ayudar a los demás, si somos sinceros en esto, hay ciertas cosas que nosotros mismos tenemos que hacer. En primer lugar —debemos advertir esto— hay que sacar la viga de los ojos propios, entonces uno podrá ver con claridad para sacar la paja del ojo del hermano.

Esto se puede interpretar así. Si deseas realmente ayudar a los demás, y ayudarlos a eliminar esas manchas, faltas, fragilidades e imperfecciones, ante todo hay que caer en la cuenta de que el espíritu de juicio, hipercrítica y censura que hay en ti es realmente como una viga, si se la compara con la pequeña paja en el ojo ajeno. "La verdad es" dice de hecho nuestro Señor, "que no hay forma más terrible de pecado que este espíritu de juicio del cual somos culpables. Es como una viga. La otra persona quizá ha caído en inmoralidades, en algún pecado de la carne, o quizá sea reo de algún pequeño error de vez en cuando. Pero esto no es más que una pequeña paja en el ojo si se la compara con el espíritu que hay en ti, que es como una viga. Has de comenzar con tu propio espíritu' dice en otras palabras; "enfréntate contigo mismo con toda honestidad y sinceridad y admite la verdad acerca de ti mismo!' ¿Cómo hay que hacer todo esto en la práctica? Leamos 1 Corintios 13 todos los días; leamos esta afirmación de nuestro Señor todos los días. Examinemos nuestra actitud hacia las otras personas; hagamos frente a la verdad acerca de nosotros mismos. Tomemos las afirmaciones que hacemos respecto a otros; sentémonos a analizarlas y preguntémonos qué queremos decir en realidad. Es un proceso muy doloroso y angustiador. Pero si nos examinamos a nosotros mismos, nuestros juicios y pronunciamientos, con honestidad y sinceridad, estamos en camino de sacar la viga de nuestro propio ojo. Entonces, una vez hecho esto, estaremos tan humillados que nos sentiremos libres del espíritu de censura e hipercrítica.

¡Qué lleno de lógica está todo esto! Cuando el hombre se ha visto verdaderamente a sí mismo nunca juzga a los demás de forma equivocada. Dedica todo el tiempo a condenarse a sí mismo, a lavarse las manos y tratar de purificarse. Hay sólo una forma de librarse del espíritu de censura e hipercrítica, y es juzgarse y condenarse uno mismo. Esto nos humilla hasta el polvo, y luego se sigue por necesidad que, habiéndonos, de esta manera, librado de la viga de los ojos propios, estaremos en condiciones adecuadas para ayudar a los demás, y sacarles la paja de los ojos.

El proceso de sacar la paja del ojo es difícil. No hay órgano más sensible que el ojo. En cuanto el dedo lo toca, se cierra; así es de delicado. Lo que se necesita por encima de todo al tratar de hacer esto es afecto, paciencia, calma, equilibrio. Esto es lo que se necesita, debido a la delicadeza de la operación. Traslademos todo esto al ámbito espiritual. Vamos a ocuparnos de un alma, vamos a tocar la parte más sensible del hombre. ¿Cómo podemos sacar de ella la paja? Sólo una cosa importa a este respecto, y es ser humilde, ser compasivo, estar consciente del propio pecado y de la propia indignidad, a fin de que al encontrarla en otra persona, lejos de condenarla, uno sienta ganas de llorar. Se está lleno de compasión y simpatía; se desea realmente ayudar. Se ha disfrutado tanto del librarse de lo malo que había en uno, que se desea que la otra persona tenga el mismo placer y el mismo gozo. No se puede ser oculista espiritual hasta que se vea con claridad. Así pues, al enfrentarnos con nosotros mismo y librarnos de la viga, cuando nos hayamos juzgado y condenado y estemos en ese estado de humildad, de comprensión, de simpatía, de generosidad, y caridad, entonces podremos, como dice la Escritura, "decir la verdad en amor" a los demás y con ello ayudarlos. Es una de las cosas más difíciles de la vida, es una de las últimas cosas que logramos. Que Dios tenga misericordia de nosotros. Pero hay personas, gracias a Dios, que saben decir 'la verdad en amor', y cuando la dicen, no solamente sabe uno que están diciendo la verdad, sino que les da las gracias por ello. Hay otras personas que le dicen a uno la misma verdad, pero de tal forma que lo colocan de inmediato a la defensiva, y lo conducen a odiarlos por ello. Es porque no han dicho 'la verdad en amor'. Que todo hombre, por consiguiente —vuelvo a citar a Santiago— "sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse" (Stg. 1:19).

"No juzguéis" por estas tres razones. Que Dios tenga misericordia de nosotros. Bueno es que podamos enfrentarnos con esa verdad a la luz del calvario y de la sangre derramada de Cristo. Pero si queremos evitar el castigo en esta vida, y el sufrimiento de una pérdida —esta es la afirmación bíblica— en la vida futura, no juzguemos, a no ser que nos juzguemos a nosotros mismos primero.





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Estudios Sobre el Sermón del Monte



por D. Martyn Lloyd-Jones



Pastor, Iglesia Westminster, Londres








Biblioteca
www.iglesiareformada.com

miércoles, 6 de julio de 2011

LA SANIDAD DE LA NACION

La sanidad de la nación
Cómo ejercer influencia en los líderes del país en favor del reino de Dios.


por Charles F. Stanley

A lo largo de los años, he tenido el privilegio de pasearme por algunas de las playas más bellas del mundo. No hace mucho tiempo, estaba en una playa de Hawai conocida por sus olas enormes.

Al contemplar el océano, me pregunté: ¿Qué hace que las mareas pasen de ser hermosas a ser peligrosas? ¿Qué hace que el mar aumente y produzca una ola que arrastre casas?

La respuesta en muchos casos es las tormentas. Algunas golpean la superficie del agua cerca de la costa, mientras que otras se producen lejos, causando una reacción en cadena en todo el océano. Algunas generan fuertes vientos, mientras que otras producen una cantidad aparentemente interminable de lluvia. Estas observaciones de la naturaleza me pusieron a pensar en los problemas que enfrenta nuestro mundo —en tormentas que no tienen nada que ver con el clima. Más bien, son situaciones en nuestras vidas que barren con todo como un huracán que destruye por completo nuestra paz y seguridad. No sabemos qué hacer ni a dónde ir, porque sencillamente no podemos escapar de su furia.

Creo que nuestro mundo está enfrentando una ola destructiva creada por el hombre, y que está agravando a un ritmo alarmante. Y como padre, abuelo, y predicador de la Palabra, siento la responsabilidad de hablar acerca de los problemas actuales y de las vidas que requieren nuestra atención y la intercesión de los creyentes. Algunas personas se preguntan si es correcto que cristianos se involucren en los asuntos de gobierno. Realmente, no encuentro un versículo en la Biblia que nos llame a desentendernos de las responsabilidades de la ciudadanía. Por el contrario, Proverbios 11.11 (La Biblia al Día) nos enseña: “La buena influencia de los ciudadanos justos hace prosperar la ciudad”.

La Biblia habla extensamente de cómo seguidores de Dios influenciaron positivamente a reyes, para el bienestar del pueblo. Lo que me dice esto es que tenemos que participar activamente en superar los problemas que enfrentamos, tanto con oración como mediante la influencia positiva sobre los gobernantes de nuestra sociedad. Así que, nuestra esperanza en Dios nos obliga a repercutir de forma proactiva en quienes están en el poder.
Un ejemplo histórico
El profeta Daniel hizo mucho para moldear las opiniones de los gobernantes en bien del pueblo judío. De hecho, la influencia de Daniel abarcó casi setenta años. Su influencia fue poderosa, porque él sabía dónde poner su esperanza. Confiaba en Dios por encima de todo.

Daniel era apenas un adolescente cuando fue llevado a Babilonia en el 605 a.C. durante la primera de las tres deportaciones hechas desde la nación de Judá. Fue escogido para el servicio del rey, donde se distinguió casi de inmediato, llegando a ser reconocido por sus conocimientos, su inteligencia y sus habilidades. Una noche, el rey de Babilonia, Nabucodonosor, despertó de un sueño perturbador, sintiéndose profundamente preocupado. Inmediatamente mandó a buscar a los magos de la corte y a hombres sabios, y les exigió que le narraran y explicaran el significado de su pesadilla. Y añadió: “Si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares” (Dn 2.5).

Los magos y los consejeros se quedaron atónitos. No tenían ninguna respuesta para él. Cuando le dijeron al rey que era imposible cumplir con su orden, Nabucodonosor ordenó que todos los sabios de Babilonia fueran ejecutados —incluyendo a Daniel.

Daniel se enteró de la sentencia de muerte, y le pidió al rey tiempo para consultar a Dios en cuanto al asunto. Esa noche, oró con otros tres exiliados hebreos que estaban al servicio del rey: Ananías, Misael y Azarías. Durante la noche, el Señor reveló la visión y su interpretación a Daniel. Como resultado, el profeta pudo decirle al rey todo lo que él quería saber sobre el sueño y su significado. No obstante, lo más importante fue que Daniel le reveló ante Quién era responsable Nabucodonosor en última instancia: el Señor Dios Todopoderoso. Al atribuir correctamente toda la gloria al Padre celestial, Daniel dijo: “Hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer” (v. 28).

Al llegar a este punto, es importante tener en cuenta tres cosas:

1. Ningún líder humano lo sabe todo. Ningún funcionario del gobierno puede tener todas las respuestas necesarias para resolver todos los problemas que enfrenta una nación. A pesar de que Babilonia era un imperio muy avanzado en ese tiempo, Nabucodonosor comprendió que no tenía idea de lo que significaba su sueño, ni qué hacer al respecto. Lo mismo sucede a menudo con los líderes de hoy, que se ocupan de asuntos tan diversos, que es imposible que sean expertos en todos ellos. Deben confiar en el consejo de sus asesores para tomar decisiones, lo cual no siempre es el mejor.
2. Dios sabe. Afortunadamente, el Señor tiene una profunda sabiduría de todas las cosas. Él lo ve todo de principio a fin, y sabe qué es lo mejor que debe hacerse en cada situación. Si ponemos nuestra confianza en Él, no fallaremos.
3. El Padre celestial revelará lo que necesitamos saber. Santiago 1.5 hace esta gran promesa: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Solo hay un requisito: debemos pedir con fe, sin dudar de la respuesta del Señor (v. 6). Cuando Daniel recibió la respuesta de Dios, confió en que había recibido exactamente lo que necesitaba, e inmediatamente alabó al Padre celestial por su ayuda. El profeta no dudó de la revelación ni la cuestionó, sino que reconoció la misericordia y la soberanía del Señor.

¿Qué debemos hacer, y qué podemos esperar?

Entonces, ¿cómo podemos tener influencia sobre nuestros líderes, como la tuvo Daniel? Vale la pena examinar con detenimiento cuatro aspectos de este relato. Estas enseñanzas nos muestran lo que debemos hacer —y la respuesta que podemos esperar— si nos acercamos a Dios buscando sabiduría y ayuda.

1. Ir a Dios con corazón humilde. Lo primero que debemos señalar es que Daniel pidió a Ananías, Misael y Azarías que se unieran a él en oración, sin formarse antes una opinión o suposición en cuanto al sueño de Nabucodonosor. Los cuatro jóvenes fueron con humildad al Padre celestial para buscar su guía y “misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen” (Dn 2.18). Nosotros debemos hacer lo mismo.
2. Esperar con paciencia la respuesta del Señor. En segundo lugar, después que Daniel oró, esperó que Dios respondiera. Tenga en cuenta que los cuatro jóvenes hebreos estaban enfrentando una sentencia de muerte. Sin embargo, el profeta se fue a dormir, confiando en la ayuda y sabiduría del Padre celestial. ¡Qué ejemplo de confianza y esperanza en el Señor!

Muchas personas están tan ocupadas yendo tras sus deseos, que no hacen una pausa para escuchar al Señor. Temen que si toman tiempo para esperar delante de Él, perderán oportunidades decisivas. Nada podría estar más lejos de la verdad. Lo más importante que podemos hacer con nuestro tiempo, es esperar en Dios en oración. Creo que es crucial que nos estemos quietos y pongamos atención a lo que el Padre celestial nos está diciendo. Después de todo, escuchar a Dios es absolutamente esencial si queremos caminar con Él.
3. Estar satisfechos con su respuesta. En tercer lugar, debemos notar que el Señor reveló todo lo que Daniel necesitaba saber sobre el sueño del rey, incluyendo el significado de cada detalle. No había necesidad de esperar para tener más información de parte del Padre. Por el contrario, el profeta confió en que le había sido dado todo lo que necesitaba para actuar.

Lo mismo es verdad para nosotros. Cada vez que el Señor nos dé una orden, debemos obedecer de inmediato. Podemos confiar en que Él asumirá la responsabilidad por nuestras necesidades al obedecerlo, incluyendo el darnos la información necesaria. Los planes y los propósitos de Dios pueden revelarse con el tiempo, pero podemos estar seguros de que Él siempre nos dará todo lo que necesitamos para tener éxito. Nuestra responsabilidad es mantenernos escuchando, confiando y obedeciendo.
4. Responder a Dios con alabanza. Finalmente, debemos ver que la reacción inmediata de Daniel a la ayuda del Señor, fue alabar a Dios como el único que puede revelar tales misterios (vv. 27, 28). El profeta no vio este triunfo como una oportunidad para obtener beneficios para sí mismo. Más bien, reconoció correctamente que la victoria le pertenecía a Dios, y atribuyó siempre toda la gloria al Padre.

En respuesta, el rey proclamó: “Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio (v. 47). Por el valiente testimonio de Daniel, el rey Nabucodonosor comenzó el recorrido que finalmente lo llevaría a “alabar, engrandecer y glorificar al Rey del cielo” (4.37).

¿Qué me dice de usted?
Usted se estará preguntando: “¿Puedo yo escuchar realmente la voz de Dios y recibir respuestas a mis preguntas? ¿Puedo realmente, ser como Daniel y ejercer influencia sobre los funcionarios del gobierno, con la dirección de Dios?

Jesús enseñó a los discípulos: “Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por… lo que habréis de decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir” (Lc 12.11, 12).

Y lo hizo. Después de llevar a los discípulos para ser interrogados, los dirigentes judíos “[vieron] el denuedo de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” (Hch 4.13, cursivas añadidas).

Si los discípulos dejaron tal impresión en los eruditos funcionarios del templo, ¿cuánto más puede usted —con todos sus dones, formación y experiencia— influir en los líderes de su comunidad? Pero usted debe darse cuenta del secreto: habían estado con Jesús. Como digo a menudo, nuestra intimidad con Dios determina el impacto que causen nuestras vidas sobre los demás.
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LAS SEMILLAS DE LIBERTAD

Las semillas de libertad
Cómo la sangre de los mártires trajo verdadera libertad a la antigua Roma


por James Cain

Patrick Henry es recordado por siete palabras: “¡Dadme la libertad o dadme la muerte!” Esa famosa frase, dichas en víspera de la revolución americana, en 1775, inspiró a sus compatriotas a tomar las armas para defender sus derechos dados por Dios.

La historia ofrece innumerables ejemplos de personas como Henry que arriesgaron voluntariamente sus vidas, luchando para dar libertad a otros. Pero la iglesia se ha construido sobre el sacrificio de héroes de otra clase: de quienes lucharon por la libertad, decidiendo morir, mediante la pacífica entrega de sus vidas, más poderosas que cualquier arma terrenal. Nosotros los llamamos mártires, que proviene de la palabra griega que significa “testigo”.

Miles de cristianos fueron martirizados durante el reinado de catorce años de Nerón en el Imperio Romano (54-68 d.C.). En una ocasión, este emperador condujo a miles de cristianos hasta el circo, donde animales salvajes —leones, tigres, leopardos y perros— mataron a centenares antes de que perdieran el interés por haber saciado ya su hambre. Para sorpresa de la multitud, los cristianos restantes esperaban en tranquila oración, sin llorar, sin pedir clemencia, y sin arrepentirse de sus presuntos delitos, como se esperaba. El público clamaba por más sangre, por lo que Nerón concibió una crucifixión en masa, ordenando a esclavos que llenaran el Coliseo de cruces.

Mientras los esclavos trabajaban para cumplir la orden del emperador, la sangrienta persecución seguía en Roma. Los soldados buscaban y arrestaban a líderes cristianos. Algunos creyentes nunca lograron llegar a la prisión, porque fueron destrozados por turbas de romanos enfurecidos.

Cuando el día de la crucifixión llegó, Nerón y las hordas que llenaban el Coliseo esperaban el rápido arrepentimiento de los cristianos. Nerón quería que lo adoraran como dios, y que renunciaran a su fe en Jesús, pero ellos permanecieron en silencio. Cuando el emperador finalmente habló, les dio una opción que era una reminiscencia de las palabras de Deuteronomio 30.19: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte… escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”. Nerón —un dios a sus propios ojos— ofrecía “vida y felicidad” por la traición de ellos a Cristo, y la muerte por su fidelidad al Salvador.

Los cristianos comprendían que la vida que vendría de la mano de Nerón sería la muerte, pero esa muerte sería el paso a la verdadera vida. Según el libro “Persecuciones cristianas”, de Asa Craig, la tradición dice que un joven tomó sobre sí mismo tanto la responsabilidad de la respuesta a las acusaciones de Nerón, como su rechazo de la oferta. Negó los cargos de blasfemia, pero no pidió clemencia, diciendo que, aunque los cristianos fueron acusados falsamente, su muerte no sería vengada. Que su religión era una religión de amor, paz y verdad, y que ningún tormento físico acabaría con ella. De hecho, aseguró que su muerte y la de sus compañeros le daría vida a Roma, porque sus ciudadanos verían la verdad del evangelio, que era digno de su fe inquebrantable. “Vamos a morir”, dijo al final, “para que Roma pueda vivir”.

Nerón y sus sucesores continuaron persiguiendo a los cristianos, pero la profecía del joven se cumplió. Como escribió Tertuliano: “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”. Las persecuciones solo ayudaban a difundir el evangelio, hasta que Constantino otorgó la libertad religiosa en el año 313 d.C. bajo el Edicto de Milán.

Nosotros no vivimos como vivieron los primeros cristianos. Ellos vivían y rendían culto a Dios entre judíos y gentiles; un grupo consideraba blasfemos a los cristianos por adorar a Jesús, mientras que el otro los ridiculizaba y perseguía porque adoraban a un solo dios. En un mundo hostil a su fe, estos creyentes mostraron un valor admirable mientras sufrían y morían, dando testimonio de su fe en Cristo.

En su muerte, los primeros mártires imitaban al Salvador, quien “no abrió su boca” (Is 53.7). El Señor sufrió para derrotar la muerte y el infierno, y para mostrar a la humanidad el camino a la vida eterna. Cristo murió para mostrar la misericordia del Padre a la humanidad, expresar palabras de vida a sus enemigos, y acercarnos a Dios. De la misma manera, las acciones de los cristianos hablaban al pueblo romano, cuyos endurecidos corazones estaban llenos de devoción idólatra, y eran insensibles a las simples palabras. Los mártires murieron para dar vida a un mundo que ellos conocían. Debemos imitar su ejemplo, siendo fieles a nuestro testimonio, no importa lo que suceda.

La mayoría de nosotros nunca estaremos delante de un tirano como Nerón, ni ante una siniestra oferta de vida o muerte. Pero sí decidimos cada día si vamos a vivir para nosotros o para los demás. No elegimos simplemente entre la fe y la libertad, pero nuestras decisiones dan testimonio de (o en contra de) nuestras creencias. Al renunciar a nuestras vidas en favor de otros, podemos mostrar lo que Jesús llamó la clase de amor más grande (Jn 15.13). Y nuestro sacrificio puede traer la luz de la vida —el evangelio— a quienes están en las tinieblas.

! QUE SOLDADO !

¡Qué soldado!
El primer comandante militar ciego de EE.UU. habla de cómo ver sin los ojos.


por Tonya Stoneman

El Capitán Scotty Smiley tenía 24 años de edad, y estaba, por primera vez en su vida, completamente perdido. Era un paracaidista del ejército de EE.UU, graduado en West Point. Había girado correctamente a la derecha, dado exactamente el número de pasos que debía, y había hecho todo de acuerdo con el plan. Sin embargo, allí estaba él, vagando en un estacionamiento. Eran las 5:45 p.m., y todos se habían marchado a sus casas, por lo que las posibilidades de encontrarse con una enfermera o un médico eran escasas. Lo único que él quería era un poco de libertad —la libertad de caminar de regreso por sí mismo desde el gimnasio hasta el Centro de Rehabilitación de Veteranos Ciegos. No era simplemente el estar perdido lo que lo llevó a arrojar al suelo su bastón, y llorar. Era todo lo que había cambiado en tres meses.

Meses antes, Smiley había sido enviado a Irak con la Compañía Alfa del primer batallón del 24º Regimiento de Infantería. La mañana del 6 de abril de 2005 recibió información de inteligencia sobre un artefacto explosivo colocado en un vehículo. Un terrorista llamado Abu Shahid había organizado treinta atentados suicidas con coches bombas en los últimos dos meses. A Smiley se le asignó la tarea de encontrar el artefacto antes de que hubieran víctimas.

El mensaje por la radio era claro: estaban buscando un vehículo viejo de color gris, pero Smiley no pudo tener en claro la ubicación específica del vehículo antes de que su unidad fuera enviada. Se puso detrás del volante de su Humvee y se dirigió al norte. Fue el primero en detectar el coche sospechoso, cuya parte trasera estaba más baja que la delantera. Había dos posibilidades: mala suspensión, o algo muy pesado se encontraba en la cajuela —una bomba.

Los reglamentos de guerra no permiten que los soldados disparen contra las personas de aspecto sospechoso. Y, de todos modos, Smiley no estaba realmente seguro de lo que debía hacer en esa situación. “Lo último que querría saber es que había matado a una persona inocente”, dice. “Es realmente una situación difícil, porque queremos proteger al pueblo iraquí y no queremos estar allí para causar daño. Para nosotros es muy importante tener la certeza de que la gente de Irak esté segura”.

Smiley había estado en muchas situaciones peligrosas. Un mes antes, un terrorista suicida se había infiltrado en el comedor, asesinando a veintidós soldados unos minutos después de qué él había estado allí comiendo. Casi a diario había tiroteos. Pero en esa mañana específica no se sentía amenazado. Siempre inclinado a pensar lo mejor de las personas, comenzó a evaluar la situación. Tal vez el hombre del auto se había extraviado. Quizás se había estacionado para esperar a alguien. Smiley se acercó al auto y le gritó al conductor que saliera del vehículo.

“El hombre levantó las manos y me miró por encima del hombro”, recuerda Smiley. “Sus manos indicaban que no pasaba nada. Me sentí tranquilo. Pensé: Este tipo no puede estar haciendo nada malo. Le grité de nuevo que saliera del vehículo. Levantó las manos otra vez, y luego volvió a ponerlas en el volante. Pero entonces soltó el freno del carro, y éste comenzó a dirigirse hacia mí. Pensé que no entendía lo que le estaba diciendo, por lo que hice dos disparos con mi fusil frente a su vehículo. Entonces, todo se me volvió negro”.

Lo siguiente que recuerda Smiley es el beso que le dio su padre en la mejilla cuando se despidió de él. Había estado al lado de su hijo durante una semana en el Centro Médico del Ejército Walter Reed mientras Smiley se encontraba en un coma inducido. “Yo estaba confundido”, dice Smiley. “Una parte de mí pensaba que estaba todavía en Irak, y otra de mí sabía que estaba en Estados Unidos. Creo que parte de mi cerebro lo sabía, pero la otra parte no quería aceptarlo. Mucho de esto se debía a que no quería aceptar la realidad de lo sucedido”. Cuando por fin pudo hablar, las primeras palabras que le dijo a su padre fueron: “¡Qué soldado, ¿no?!”

Un trozo de metralla se había alojado en sus ojos, penetrando la córnea y dañando los nervios ópticos. Los médicos dijeron que había apenas una pequeña posibilidad de salvarle la vista, y un buen amigo le imploró que orara pidiendo por su sanidad el día antes de la cirugía. Pero Smiley estaba alterado, agresivo y deprimido. “Le dije: No, no quiero orar. No creo en Dios”.

El cambio de espíritu experimentado por Smiley inquietó a su esposa Tiffany. Estar casada con un ciego era manejable, pero estarlo con alguien que negaba a Dios era algo completamente diferente. “Volvió a su habitación, se puso de rodillas, y oró pidiendo que yo volviera a creer en Dios —que le pidiera que entrara en mi corazón— y que me perdonara por negarlo”, dice Smiley. “Creo que en ese momento, mi familia sabía lo que yo necesitaba. No era necesariamente la vista. Era a Dios”.

Cuando terminó la operación, que duró ocho horas, el oftalmólogo le susurró al oído a Smiley que nunca volvería a ver otra vez. “Yo estaba deprimido. Tenía sentimientos de culpa, ira y resentimiento. Pensaba que no había cumplido con mi deber”, dice. “Había fracasado, y ahora iba a estar ciego por el resto de mi vida”. Las preguntas comenzaron a aguijonearlo: ¿Cómo iba a cuidar de él mismo, y mucho menos de su esposa? Pero algo bueno sucedió ese día: al saber que iba a quedar ciego, pudo tomar la crítica decisión de seguir adelante.

Smiley sabía que necesitaba perdonar. “Sabía que tenía que perdonar al hombre que se explotó a sí mismo. Tenía que perdonarme a mí mismo por las decisión que había tomado. Y tenía que pedirle perdón al Señor. Sabía que no podía vivir con el resentimiento, la ira y el odio que le había mostrado a Dios. Una vez que hice estas cosas, comencé a experimentar un cambio”.

El cambio no fue instantáneo. En realidad, fue minúsculo al principio, comenzando con una ducha —la mejor y la peor de toda su vida. No se había bañado en dos semanas, y todavía tenía polvo iraquí en la espalda. El simple acto de ponerse de pie fue doloroso, ya que la sangre comenzó a fluir hacia abajo en las piernas, sintiendo como si le estuvieran ardiendo. Se aferró al colgador de la ducha mientras el agua le caía como agujas en la espalda.

Después de que las enfermeras le quitaron el último residuo de desierto de la piel, Smiley se hundió de nuevo en su cama del hospital, agradecido de haberse decidido a darse una lavada. “Eso significaba que estaba dando un paso hacia delante; que iba a aceptar la vida que Dios me había dado, y que iba a seguir adelante con ella”.

Romanos 8.18 fue particularmente reconfortante para Smiley. “Como dice Pablo: ‘Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse’, yo sabía que el Señor tenía un propósito para mi vida —para el sufrimiento que estaba experimentando, y para lo que había pasado. Solamente tenía que seguir creyendo en Él. Y si seguía sirviendo a Dios, Él me daría su gracia y me seguiría amando”.

Después vinieron muchos días difíciles. Smiley se trasladó a un centro de rehabilitación. Allí experimentó una pérdida completa de independencia. “Estaba desubicado física y espiritualmente”, dice. “Seguía preguntándole a Dios: ‘¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué esta vida? —en lugar de preguntar: ‘¿Para qué? ¿Para qué vas a usarme?’”

Dios comenzó a revelarle a Smiley que tenía que confiar en Él y en los demás. “Dios no nos ha puesto en este mundo para que confiemos en nosotros mismos, sino para que confiemos en otras personas —para que nos reunamos con otros creyentes y les permitamos que nos ayuden, por cualquier medio posible, a estar más cerca de Él”.

Según el estilo del capitán Smiley, una gran parte del aprendizaje de depender de los demás incluyó ascender al Monte Rainier, esquiar en la nieve, surfear y hacer paracaidismo acrobático. “Yo era una persona activa antes de la lesión, y todavía había cosas interesantes que quería hacer con mi vida”, dice. “No quería que me lo quitaran todo —la libertad de poder montar en bicicleta, correr, levantar pesas, hacer esquí acuático, o saltar desde un aeroplano”.

Ninguno de estos esfuerzos ha sido fácil, y cada uno de ellos ha requerido la ayuda de amigos que creyeron en él. Smiley está eternamente agradecido por eso, y lo está retribuyendo. Dos años después de la lesión, obtuvo una Maestría en Administración de Empresas de la Universidad Duke, y luego volvió a West Point para enseñar ciencia de la conducta y liderazgo. Más tarde, fue ascendido a comandante de una unidad de transición de combatientes, donde se desempeña en la actualidad. Es el primer comandante ciego en servicio activo en el Ejército de los Estados Unidos.

Han pasado seis años desde el incidente en Irak, y todo ha vuelto parcialmente a la normalidad. Smiley come, se viste y se ocupa de su rutina diaria de la misma manera. Pero hay una necesidad imborrable bajo la superficie de la vida cotidiana: ya no puede ver a la hermosa mujer con la que se casó. Por no poder imaginar cómo es el rostro de sus hijos, se entristece cada vez que alguien le dice que son encantadores. “Si puedo ser utilizado para mayor honra de Dios, tengo que aceptar las cosas”, dice.

La parte más difícil es no saber por qué Dios permitió que sucediera todo esto. Smiley dice que no tendrá la respuesta a esa pregunta en este mundo, pero que seguirá sirviendo fielmente a Dios a pesar de todo. ¡Qué soldado!
Camp Patriot

Retribuir a quienes han dado

Hay más de 2.300.000 veteranos discapacitados en EE.UU. en la actualidad. Muchos de estos hombres y mujeres vuelven a casa de la guerra con paralizantes heridas físicas y emocionales que hacen que sus sueños y sus esperanzas parezcan inalcanzables. Es aquí donde se hace presente Micah Clark

Clark, un ex infante de marina que protegía a funcionarios del gobierno de Afganistán, había regresado a EE.UU. sano y salvo, y con una sensación profunda de que Dios lo había bendecido. Se sentía obligado a hacer algo para ayudar a otros soldados que no habían sido tan afortunados.

En 2005, Clark fundó Camp Patriot (www.camppatriot.org), una organización dedicada a ayudar a los veteranos heridos para que recuperen sus esperanzas, su independencia y su vitalidad por medio de actividades al aire libre tales como ciclismo de montaña, caza, kayak, parapente, esquí montaña y montañismo.

El capitán Scotty Smiley escaló el Monte Rainier con Camp Patriot en el 2007. Él dice que la experiencia jugó un papel importante en su rehabilitación.